Por Julián Rodríguez
El futbol xalapeño se volvió a vestir de luto tras el sensible fallecimiento del goleador Víctor Barradas, el “Gigante del gol”.
El espigado delantero escribió una historia, no sólo en su amado Colfraima, sino dentro del balompié local.
Su historia, como muchas otras leyendas futboleras de esta ciudad es hermosa, cuando allá en la década de los setentas sobresalía de un sinfín de elementos con grandes cualidades.
Regó su calidad en los campos de esos años. Los Juárez, el Quirasco, El Seminario y el Ferrocarrilero, donde anotó goles al por mayor, diferenciándose de los máximos artilleros de ese entonces.
Era un eje de ataque completo y gran rematador de cabeza. Por arriba era prácticamente imposible ganarle un balón, pero sobre todo era bravo a más no poder, su estatura, su temple, carácter y temperamento lo convirtieron en un león difícil de domar por sus contrincantes, quienes casi siempre le rehuían.
Su entrega en el campo no era común, pues su corazón era más grande que su mente y su misma voluntad. Era dueño de un disparo excelente con efecto, por abajo, raso y colocado, y la habilidad también era extraordinaria.
Pero un día dijo adiós al deporte de sus amores, colgó los tacos y adoptó otra disciplina; el beisbol, en los “diamantes” donde tuvo su última actividad.
Todavía el año pasado fue parte de los reconocimientos que brindó el equipo Colfraima. Sus palabras aún quedan en la memoria de quienes lo escucharon. Alentaba a todos a dar su mejor esfuerzo, a divertirse con lo que hacían, sobre todo porque reconoció que el padre tiempo no perdona y un día todos debemos partir.
Hoy el hombre ya no está con nosotros. El “Gigante del gol”, leyenda de leyendas del equipo Colfraima se fue, se nos adelantó al viaje sin retorno, pero su estrella brilla en todo lo alto, en un firmamento lejos de nosotros, pero al que tarde o temprano quizá algún día llegaremos.