CIUDAD DE MÉXICO, junio 14 (EL UNIVERSAL).- Aún a tres décadas de su partida, resuenan las palabras de Jorge Luis Borges en torno al llamado juego del hombre. “Yo no entiendo cómo se hizo tan popular el futbol”, discurre, reflexiona, el recordado argumento del inmortal escritor argentino. “Un deporte innoble, agresivo, desagradable y meramente comercial”.
“Además es un juego convencional, meramente convencional, que interesa menos como deporte que como generador de fanatismo. Lo único que interesa es el resultado final. Yo creo que nadie disfruta con el juego en sí, que también es estéticamente horrible, horrible y zonzo. Son creo que 11 jugadores que corren detrás de una pelota para tratar de meterla en un arco. Algo absurdo, pueril, y esa calamidad, esta estupidez, apasiona a la gente. A mí me parece ridículo”, descarga Borges.
La exposición tiene una anécdota, que refuerza el razonamiento de uno de los autores más sobresalientes de la literatura del Siglo XX.
“Fui una vez [a un partido de futbol] y fue suficiente, me bastó para siempre”, rememora. “Fuimos con Enrique Amorim [famoso narrador, poeta y ensayista charrúa]. Jugaban Uruguay y Argentina. Bueno, entramos a la cancha, Amorim tampoco se interesaba por el futbol y como yo tampoco tenía la menor idea, nos sentamos.
“Empezó el partido y nosotros hablamos de otra cosa, seguramente de literatura. Luego pensábamos que se había terminado, nos levantamos y nos fuimos. Cuando estábamos saliendo alguien me dijo que no, que no había terminado todo el partido, sino el primer tiempo, pero nosotros igual nos fuimos.
“Ya en la calle yo le dije a Amorim: ‘Bueno, le voy a hacer una confidencia. Yo esperaba que ganara Uruguay –Amorim era uruguayo– para quedar bien con usted, para que usted se sintiera feliz’. Y Amorim me dijo: ‘Bueno, yo esperaba que ganara Argentina para quedar, también, bien con usted’. De manera que nunca nos enteramos del resultado de aquello, y los dos nos revelamos como excelentes caballeros. La amistad y el respeto que ambos nos profesábamos estaba por encima de esa pobre circunstancia que era un partido de futbol”.
Sí, hoy, justo a 30 años de su muerte, y en plena Copa América Centenario, con Argentina-Bolivia como platillo futbolero estelar, recordamos al maestro, al escritor, siempre dispuesto a abrir los ojos de aquel que ve al deporte de las patadas como un platillo sin sentido.