El Universal
Luis Chávez tenía nueve años de edad cuando su papá se fue de la casa.
Pocas explicaciones le dieron. La que él entendió es que se fue a Estados Unidos.
El tiempo pasó y el padre no regresaba, así que Luis tuvo que comenzar su andar en el futbol solo; caerse y levantarse por sí mismo, saber que la vida lo iba a golpear. La cuestión era saber ¿cuánto iba a aguantar?
Se fue a la aventura a Pachuca; sí, donde hoy presumen su descubrimiento, pero de los Tuzos fue rechazado. Cuando regresaba a Jalisco, su estado natal, pensaba en que era hora de abandonar el futbol.
El padre no regresaba y Luis tomó nuevos bríos. Se fue a Tijuana, a los Xolos, donde tuvo que esperar, aunque comenzó a tener actividad. Le tuvieron confianza y empezó a jugar; tanto, que el Pachuca —arrepentido de su error— lo regresó para darle la proyección que necesitaba.
Con los Tuzos, la titularidad absoluta llegó y, aunque ya mayor —a los 26 años de edad— fue llamado a la Selección Mexicana, donde se ha ganado un puesto para Qatar 2022.
Pero la lejanía de su padre lo tenía marcado. ¿Qué pasó?, ¿abandonó a la familia?, ¿se sacrificó por ella?
Un programa televisivo provocó el reencuentro casi 20 años después de la separación. Parecía cosa de show, pero fue cuestión de que los lazos de sangre volvieran a juntarse.
Hoy, Chávez está de pie, se ha levantado de las adversidades que le pusieron la vida y el futbol. Y parece que estará de titular en la Copa del Mundo de Qatar.
Nada mal para un chico que pensó seriamente en abandonar el futbol, cuando apenas tenía 15 años de edad.