El Universal
Mientras todos sus futbolistas celebraban la anotación de Djaniny Tavares (56’), esa que le dio al Santos Laguna la apretada victoria en el estadio Morelos (1-0), Pedro Caixinha lastimó su voz para que no se distrajeran.
Recientemente confirmado al frente de los Guerreros, el entrenador portugués estaba consciente de que no existía espacio para otro amargo pestañeo. La victoria sobre el peor equipo del balompié mexicano era obligada… Y la logró.
Lo que explica su júbilo tras el silbatazo final del árbitro Isaac Rojas.
El club de La Comarca Lagunera ha vuelto a la lucha en la peculiar Liga MX, dentro de la que basta ganar uno de siete encuentros para seguir con aspiraciones de dar la vuelta olímpica. Llegó al pie del cerro del Quinceo con media docena de presentaciones sin éxito (tres empates y tres derrotas).
Su más reciente victoria había sido el 6 de febrero, sobre el Guadalajara (1-0). Sí, con gol de Tavares.
Amuleto africano capaz de inclinar la balanza en favor de los norteños o acelerar el ritmo cardiaco de su director técnico, quien amagó con arrancarse un mechón tras cada una de las dos fallas que protagonizó después de su anotación.
El Santos Laguna se ha familiarizado con el drama. En cinco de esos seis juegos sin éxito recibió anotaciones durante los últimos 10 minutos. El fantasma estaba presentó.
Fue exorcizado por Armando Zamorano. Aquel pisotón sobre Adrián Aldrete (78’) lo mandó temprano al camerino… Y dio al visitante paz.
Semblante muy distinto al de Roberto Hernández, cuyos Monarcas lucen condenados al averno. Han ganado tres de sus más recientes 29 juegos de Liga, por lo que ya son últimos en la tabla de cocientes para el ciclo 2015-16.
Los laguneros también se valieron de ellos para revivir.