Pronto, muy pronto le llega una prueba de fuego a Rubén Omar Romano. El técnico del Atlas se verá las caras ante el Cruz Azul, un equipo con el que ha estado ligado en momentos duros de su carrera.
“Siempre hay un cariño muy especial por Cruz Azul, por lo que pasó [su secuestro en 2005] y por cómo me trató la directiva, los jugadores y la afición a mi regreso. Hicimos dos campañas muy buenas [cuando fue director técnico de La Máquina] y no las pudimos coronar”, ha recordado el argentino, sobre el equipo cementero, al que —dicen— estuvo a punto de volver a dirigir. “Siempre estará la puerta abierta. El licenciado [Guillermo] Álvarez me lo ha dicho”, agregó.
Romano llegó a México en 1978 para jugar con el América. Tuvo una carrera larga y exitosa, aunque nunca pudo coronarla con un título.
Cruz Azul, durante mucho tiempo, lo buscó. Quiso traerlo a sus filas en su mejor momento, pero por diversas razones, sólo pudo jugar para el club en la última etapa de su carrera (temporada 1992-93), a los 34 años de edad y sólo por una temporada; sin mucho éxito.
Dio el salto a director técnico y después de aceptables temporadas en Celaya, Tecos, Morelia, Cruz Azul prácticamente se lo arrebató al Pachuca.
En La Máquina duró sólo dos torneos: Clausura y Apertura 2005, aunque este último fue interrumpido el 19 de julio de 2005, cuando —a la salida de La Noria— fue secuestrado. Estuvo plagiado por más de 65 días. Cuando regresó, de inmediato, tomó las riendas del equipo, pero sin lograr el éxito deseado.
En los dos torneos en los que estuvo al frente, fue eliminado en semifinales por América, y después por Toluca en cuartos de final. Dolorosos recuerdos.