Paulo Dybala resucitó este jueves al Roma con un tanto fundamental en los últimos compases que alargó el partido hasta la prórroga, en la que guió a los suyos a la victoria ante el Feyenoord (4-1, 4-2 global) y a las semifinales de la Liga Europa de fútbol, en las que se medirá al Bayer Leverkusen de Xabi Alonso.
Paulo Dybala volvió a ser la pieza clave del Roma. No hay mucho más misterio en la noche europea del jueves en la capital italiana. El Roma parecía muerto, desahuciado con el tanto de Paixao, pero revivió de la mano de un Dybala que, a medio gas, tocado todavía de la lesión que sufrió en la ida, volvió a conducir al éxito a los de Mourinho.
Sufrió el conjunto ‘giallorroso’ sin su estrella en la primera mitad. El Roma empezó motivado, intenso, acompañado por un Estadio Olímpico lleno, incluida la parte visitante por la prohibición de entrada a los aficionados neerlandeses, que intimidó en los primeros instantes, pero falto de lucidez en los metros finales. La que pone siempre Dybala.
Y es que muy consciente de la importante baja de su rival, el Feyenoord en defensa fue un cerrojo. Juntó la línea de defensa y la del centro del campo y complicó sobremanera el tránsito por el carril central, obligando a los de Mourinho a lanzar el largo constantemente, un remedio que apenas surtió efecto.
Solo la calidad de Spinazzola por la izquierda generaba espacios que luego el propio carrilero desestimaba con centros desacertados. Matic exhibió su calidad en acciones defensivas todo el partido, imperial minimizando al máximo los ataques rivales.
El efecto estadio fue desapareciendo a medida que el Feyenoord fue asentándose. Un disparo de Cristante que rozó el palo, una contra mal gestionada entre Belotti y Pellegrini y un disparo de El Shaarawy fueron lo más destacado en ataque de una ‘Loba’ que, además de verse incapaz en metros finales, sufrió la lesión de Wijnaldum.
A todo esto, el Feyenoord llevó el partido a su terreno. Pérdidas de tiempo desde el minuto 1, faltas para cortar el ritmo y tanganas para sacar de quicio a los italianos surtieron el efecto deseado. No se jugaba con regularidad.
Los neerlandeses fueron creciendo paulatinamente basándose en esa solidez defensiva y a raíz de la ocasión más clara del partido. Una gran combinación en el centro del campo que acabó con un centro que remató potente Szymanski directo a puerta, justo al sitio en el que estaba un Rui Patricio que se encontró el balón y lo desechó a bocajarro.
El segundo acto comenzó igual que el primero, con un arreón de los locales que desembocó en remate al palo de Pellegrini. El estadio empezó a creer y tras una respuesta neerlandesa, llegó el ansiado gol romanista. Spinazzola, clave en el éxito de este equipo, remachó un balón suelto e incendió, más todavía, el partido.
Las piernas de los jugadores del Feyenoord empezaron a temblar. Las de los del Roma volvieron a estar frescas. El conjunto de Róterdam empezó a desconfiar, a tener dudas de la que había sido hasta el momento una salida de balón perfecta que derivó en una imprecisa. El gol lo cambió todo.
La entrada de Dybala fue un plus añadido que volcó el choque aún más hacia la meta defendida por Bijlow. Incluso Cristante puso el 2-0 en el marcador, pero el colegiado anuló el tanto por una falta previa clara de Abraham.
Pero lo que parecía ir en una dirección cambió radicalemente con la lesión de Smalling, líder absoluto de la zaga ‘giallorossa’. Sin él, el Roma fue más débil atrás. Y el Feyenoord sacó el máximo rédito posible cuando estaba contra las cuerdas. Paixao remató libre de marca y anotó el empate a uno. Se hizo el silencio en el Olímpico.
El problema del Feyenoord fue el mismo que el otros tantos equipos que pasan por la capital italiana. Tiene nombre y apellidos. Es Paulo Dybala. La ‘Joya’ no falla en los momentos grandes desde su llegada a Roma. Un buen control dentro del área le bastó para hacer sangre, para reenganchar a la afición y para llevar el partido a la prórroga.
Pasó de todo en el tiempo suplementario. La tuvo el Feyenoord clarísima en botas de Giménez. Dybala asustó con una recaída, visiblemente molesto, pero se recuperó para poner un córner a la cabeza de Ibáñez que acabó en la madera. El partido se rompió ante el desgaste físico, y entre idas y venidas llegó la sentencia. Pellegrini encontró a Abraham en el área y el ariete hizo lo propio con El Shaarawy.
Pero no se quedó ahí el encuentro. Otra vez Dybala fue la fórmula de la felicidad. Pase de oro a Abraham que el ariete estrella en el meta pero cuyo rechace recogió Pellegrini para poner el 4-1 definitivo con suspense por la revisión del VAR.
El Roma es Dybala y diez más. El campeón del mundo llevó a los suyos a las semifinales, en las que se medirá al Bayer Leverkusen de Xabi Alonso.