Los refuerzos del Necaxa llegaron tan tarde a Aguascalientes que ni siquiera conocen a profundidad el estadio Victoria. Mauro Quiroga y Maximiliano Salas, el mismo que voló el penalti frente al Cruz Azul, no encontraban la salida del recinto el sábado.
Cruzaron la zona de prensa y partieron por el portón de los autobuses, mientras un elemento de seguridad les inidicaba la puerta de los futbolistas, pero no hicieron caso. Los nuevos atacantes de los Rayos al fin coincidieron con sus familiares y desalojaron el estadio.
Pasaron desapercibidos por los aficionados, quienes todavía no reconocen los rostros de este par.