El Universal
No es para menos. Se trata del “hijo pródigo” que está de regreso en casa. Y la afición del Atlas quiere darle a Rafael Márquez una bienvenida digna de tal etiqueta, al nivel de la gran figura que representa. Es previsible. Para todos, menos para los que deberían encargarse…
Son cerca de 200 aficionados, quizá más, quienes aguardan impacientes en el aeropuerto internacional de la ciudad de Guadalajara. “Dios bendiga al Atlas”, se lee en una manta que portan.
Y cantan durante la espera. “Ole, ole, ole, ole, Rafa, Rafa”, se escucha. Ellos saltan. Viven con intensidad su fiesta ante la mirada de quienes sólo están ahí para darle la bienvenida a algún familiar.
Todos se encuentran concentrados en una de las salidas de llegadas nacionales. Rafael Márquez, proveniente de Italia, donde acaba de dejar al Hellas Verona, ha hecho escala en la ciudad de México antes de llegar a Guadalajara para firmar contrato por un año con Atlas, el equipo que lo vio nacer y que lo verá retirarse del futbol profesional.
Cerca de la media noche de este sábado, Márquez arriba al fin. Pero sale por la puerta aledaña, a unos metros. “Allá está”, se escucha a lo lejos. La voz anónima enciende la alerta de todos los aficionados ahí reunidos. Reacción en cadena. Todos a correr en busca del ídolo. Márquez se topa con una multitud deseosa de estar cerca, de tomarse una fotografía, alentarlo, darle simplemente la bienvenida y expresarle el júbilo que ha desatado su regreso a los Zorros del Atlas.
Se pierde el control. Es imposible avanzar. La gente que viaja con Rafael Márquez no sabe qué hacer. El futbolista opta por regresar. Cruza de nuevo la puerta. Pide calma. Ordena silenciar los cánticos para que se escuchen las indicaciones. Se solicita hacer un pasillo.
Cuando avanza, el camino creado por los aficionados se rompe de nuevo. Todos quieren estar cerca. Decide avanzar así. El paso es lento. Recibe palmadas de aliento. Mensajes de Rojinegros felices de verlo en Guadalajara. Los elementos de seguridad del aeropuerto sólo han contemplado la escena. Nunca pudieron poner orden en el lugar.
Y no es que los 200 aficionados quisieran provocar un caos. Simplemente, la alegría por ver al ídolo se ha desbordado. Ya fuera de la terminal, a punto de llegar a la camioneta que lo sacaría de ahí, el zaguero central ha expresado alguna molestia. “Vamos a cuidar a nuestro capitán”, dice uno de los seguidores, al tiempo que abre los brazos para protegerlo de los empujones.
Márquez se marcha sin dar declaraciones. Era imposible entre la multitud. Pero está de regreso y eso ha sido motivo de fiesta para los aficionados del Atlas.