El Universal
Ary Isaía acudió al Alfonso Lastras el sábado por la noche junto con su hijo Arath, de 16 años, con la intención de ver ganar a San Luis, pero al final, lo que vivió fue una pesadilla, ya que al salir del coso estuvo en medio de los enfrentamientos entre la porra local y la del Necaxa.
“Escuché ráfagas”, comenta. “Salimos del estadio y vimos cómo la gente del Necaxa comenzó a agredir a quien estaba junto a ellos, y la porra de San Luis comenzó a responder, hasta que se hizo una campal en el estacionamiento”, recuerda.
En determinado momento “escuché disparos… Ráfagas. Le pregunté a los policías que estaban ahí y nos lo confirmaron: eran balazos. No sé de quién, contra quién, pero yo oí ráfagas. ¡Estuvo cañón!”.
Desde hace años Ary, trabajador de la plata, acude al Alfonso Lastras a ver a su equipo, “aunque es meterse a la ‘boca del lobo’. Está muy abandonado, sin luz. En el estacionamiento tampoco hay seguridad. Van niños, tomé el video para dejar constancia de lo que sucede. Hay niños, una bala perdida… no sé. Qué ejemplo dan. Viéndolo bien, estuvo muy fuerte todo, y era puro muchacho, que están en la edad del descontrol, pero estuvo canijo….
Todo sucede al terminar el partido. “Los de Necaxa comenzaron a aventar piedras, botellas, de todo a la gente que estaba transitando y los de San Luis respondieron, pero después, la verdad que se les pasó la mano”, recuerda.
De pronto, comenzaron a oírse disparos, “no muy lejos. No supe quiénes fueron, se oían de dentro para fuera, pero no sé quién disparó… Pa qué les miento”.
Padre e hijo voltean a un lado y otro para buscar a la policía, mas, “¡no, no había nadie! Seguí grabando, encontramos a unos policías de tránsito, nos confirmaron que lo que sonaba eran balazos, ellos nos dijeron que eran los de Necaxa, pero pa saber”.
Los camiones de las porras necaxistas comenzaron a salir. “¡A quién se le ocurre sacarlos en ese momento! Los estaban atacando, fue una estupidez, los hubieran dejado salir mucho después”.
Pasaba el tiempo, cerca de 20 minutos, “y apenas oíamos a la distancia como llegaban las patrullas. Volteamos a buscar a los policías y ya se habían ido… No los culpo, qué iban a hacer esos apenas tres contra cerca de 100 canijos, o más, quién sabe cómo les hubiera ido”.
Entre gritos, piedras y botellas que volaban, y sonidos de disparos que no disminuían, Ari y Arath lograron llegar a su vehículo y alejarse lo más posible del estadio, a donde habían ido en busca de alegría.
”Está complicado que vuelva a ir. Imagínense, iba a llevar a mi hijo más chico, pero qué bien que no, está cañón exponerlo así. Pensaría dos veces volver al estadio”.
Parece que este incidente sólo ha sido la gota que derramó el vaso en la paciencia de la afición potosina. “San Luis no debería estar descendido, Jaguares se llevó la franquicia. Aquí dan todo bien caro: la cerveza a 60 pesos, ni ganas de volver a ir. Jacobo Payán se llama el dueño del equipo, pero ni apoya, no hubo apoyo a Raúl Arias [técnico anterior], no hay buenos jugadores. La gente no es tonta. Y la verdad, ¿para qué voy? ¿para esto? Con Televisa estaban mejor, sabíamos que éramos de la familia del América y el Necaxa, pero eso ya pasó, ahora nos sentimos burlados”.