Mañana por la noche, con una combinación de resultados, todo el estrés que irradia el rostro de Gerardo Martino puede quedar en simple anécdota. El problema está en el más importante de los resultados en esa fórmula: derrotar a Estados Unidos en Santa Úrsula.
Porque el Estadio Azteca ha dejado de ser ese monstruo de miles de cabezas en cuyas fauces solía ser devorado el más acérrimo rival del Tricolor.
Visitar la Ciudad de México ha dejado de representar una caída contemplada para los hoy dirigidos por Gregg Berhalter, quienes mañana por la noche también buscarán colocarse en el umbral de Qatar 2022.
Eso explica la relevancia de volver a hacer de su casa un territorio hostil para los estadounidenses, pero en el ámbito futbolístico, que es el que realmente importa.
Han pasado casi 13 años desde la más reciente victoria de la Selección Mexicana, sobre Estados Unidos, en el Coloso de Santa Úrsula. Fue el 12 de agosto de 2009, en el camino a Sudáfrica, con goles de Israel Castro y Miguel Sabah (2-1).
Desde entonces, el adversario más enconado ha pisado tres ocasiones el césped del Azteca. Se impuso en un encuentro amistoso (1-0, el 15 de agosto de 2012) y empató los otros dos, en las eliminatorias rumbo a las Copas del Mundo Brasil 2014 y Rusia 2018.
El primero fue el 26 de marzo de 2013, cuando el proyecto de José Manuel de la Torre empezaba a derrumbarse. Igualada sin anotaciones.
El más reciente se presentó el 11 de junio de 2017, con Juan Carlos Osorio como director técnico nacional. Es cierto que no hubo sobresaltos en ese selectivo, pero tampoco triunfo en la Ciudad de México sobre el contrincante que más importa a la afición tricolor.
Ese que llegará al Azteca con tres victorias seguidas sobre el equipo de Martino; el margen de error se ha agotado. Es momento de recuperar la hegemonía en casa… O la situación se complicará.