El Universal
Es la última jugada del encuentro. El marcador se encuentra 1-1. El orgullo de la ciudad se juega en un penalti. Luis Ernesto Michel, el portero de experiencia, contra Alfonso González, el joven que sueña con la gloria. Todo o nada. Matar o morir. Una sola acción decide el resultado del Clásico Tapatío. Momentos de tensión. Silbatazo del árbitro.
El campeón del mundo Sub-17 con la Selección Mexicana, en 2011, se arma de valor. Decide cobrar desde el manchón de la forma más osada. Enfila hacia el esférico. Conecta suave. A lo Panenka. La pelota sale elevada. Sin fuerza. El arquero tapa el disparo. La tribuna explota. Vuelan vasos con cerveza por doquier. Se celebra como si fuera un gol. Para el Rebaño Sagrado, significa salvar el honor. El silbante decreta el final y todo termina igualado.
Una de las primeras partes más emocionante de los últimos Clásicos Tapatíos es la que se vive en la cancha del Estadio Jalisco. Dos equipos entregados y decididos a buscar al arco contrario. Una tribuna repleta y desbordada. Un partido que responde a la expectativa como hace mucho tiempo no lo hacía en este, que es el duelo que divide a Guadalajara.
Al Rebaño Sagrado le cuesta en los primeros minutos. El nerviosismo de un encuentro de esta naturaleza, sobre todo cuando se juega por vez primera, toma un tiempo para desaparecer. Es lo que le ocurre a Raúl López. El lateral derecho de Chivas pierde la pelota cerca de su área. Christian Suárez lo roba y manda una diagonal retrasada que Juan Carlos Medina remata un poco descompuesto, pero supera al arquero Luis Michel. Sin embargo, sobre la línea, Miguel Ponce salva a su equipo.
En cuanto el cuadro rojiblanco, visitante de forma administrativa, logra asentarse mejor sobre el terreno de juego, ofende con velocidad y peligro. Isaac Brizuela conduce con acierto. Levanta la mirada. Filtra perfecto para Carlos Fierro, que dentro del área encara a Federico Vilar y toca a un costado, para que Omar Bravo sólo empuje el 1-0. El Jalisco, casa rojiblanca durante más de cinco décadas, es una fiesta. Gol del Guadalajara, al ’10.
El capitán del Rebaño Sagrado recibe el abrazo de sus compañeros. Evita excederse en el festejo, por respeto a su pasado atlista. Pero el resto del plantel rojiblanco explota en algarabía, como amerita el partido por el orgullo de la Perla Tapatía. El mochiteco llega de esta manera a 119 goles como rojiblanco y se encuentra a sólo tres de alcanzar a Salvador Reyes, máximo anotador en la historia del club.
Chivas es dueño del momento anímico y futbolístico también. Sin embargo, no aprovecha. No es capaz de sentenciar. El partido ofrece llegadas en ambas porterías. La gente vibra con uno de los Clásicos mejor disputados de los últimos tiempos. Atlas responde al ’17, con un disparo de Luis Nery Caballero que supera a Michel, pero se estrella en el poste.
Al ’20, Carlos Fierro controla el esférico. Mete el acelerador. Se quita rivales de encima. Entra al área. Federico Vilar sale a su encuentro. El delantero rojiblanco define con un balón bombeado, encima del arquero, que angistiosamente pasa a un costado del poste. Atlas se salva y los visitantes pierden una gran oportunidad de aumentar la ventaja.
Ocho minutos más tarde, un tiro libre es cobrado desde el costado derecho llega al corazón del área rojinegra, donde el defensor de los Zorros, Enrique Pérez, desvía para que la redonda reviente el travesaño. Casi es autogol. Las emociones no paran en la primera parte del Clásico Tapatío. Es de ida y vuelta.
El tiro de esquina se cobra desde el costado izquierdo. El primer cabezazo es tapado por Luis Michel. Sin embargo, el arquero deja la redonda en el área, donde Luis Nery Caballero conecta también con la testa para enviar al fondo. Gol del Atlas. El 1-1 al minuto 38 que hace explotar a la parcialidad rojinegra.
El portero rojiblanco vive momentos complicados. Al ’40 suelta otro remate que deja a «Ponchito» González, quien patea con fuera pero le desvían a tiro de esquina. Cuatro minutos después, Raúl López cobra una pelota parada desde la derecha que cruza toda el área y a segundo poste, Omar Bravo cabecea de palomita por encima de la portería.
En la segunda parte, el ritmo futbolístico disminuye, pero no la intensidad. Es un Clásico que se juega como tal. Al ’60, un centro es desviado por la defensa rojiblanca. Llega hasta segundo poste donde Christian Suárez conecta de cabeza, al poste, para ahogar una vez más el grito de gol.
Ya en la recta final del encuentro, Atlas se va con todo al frente. Al ’86, el joven Daniel Álvarez hace una gran jugada individual y cede a Édgar Castillo, quien queda solo, su remate supera a Michel, pero cerca de la raya, ya sobre el césped tras barrerse, Jair Pereira desvía y la pelota se va lentamente por un costado.
El tiempo regular se ha cumplido. En la compensación, Daniel Álvarez mete velocidad dentro del área. Cae al césped tras un contacto con Miguel Ponce. El árbitro José Alfredo Peñaloza dice que se trata de un clavado. Pero el juez de línea Alberto Morín contradice su decisión. El silbante le obedece y señala el manchón penal.
La última jugada del partido. La que decide el Clásico Tapatío. La diferencia entre los héroes y villanos es, muchas veces, la simple ejecución de una falta. Alfonso González decide cobrar a lo Panenka. Luis Ernesto Michel tapa el disparo. Se para eufórico. El partido termina. Chivas ha salvado el honor con el 1-1 final. Y Ponchito se va con la cabeza abajo, cobijado por sus compañeros, pues en pleno sábado de gloria, ha probado el sabor del infierno.