Diego Maradona no sale de su cuarto… Sólo para lo indispensable.
La puerta siempre está abierta para los jugadores, eso sí, pero son pocos quienes se acercan para platicar con él… Prefieren hacerlo con Luis Islas, su auxiliar principal o Mario García, quien para muchos es quien verdaderamente dirige a los Dorados de Sinaloa.
Por la mañana, un poco de gimnasio, alguna charla táctica y ya, nada más.
Curiosos se acercan al hotel de concentración del equipo de Culiacán en Querétaro, cerca de Jurica. Los encargados del alojamiento les preguntan: «¿En qué le podemos ayudar?», forma sutil de intimidar y dar a entender que si no eres huésped del hotel, lo mejor es que «desaloje por favor».
O por lo menos, «no moleste a los clientes».
Pasan las horas. El equipo come y algunos de los jugadores salen un rato. Hay un centro comercial a diez minutos caminando, a dos en auto. Es el más lujoso de la ciudad. Ahí va la mayoría y regresa con dos o tres bolsas, «pobreza no hay», dicen por ahí.
Maradona hace que todo cambie… «Todos nos sentimos muy bien, él con nosotros, nosotros con él», dice Antonio Núñez, presidente de los sinaloenses.
«A los muchachos los veo muy contentos, él ha encajado de gran forma.
Está trabajando con lo que tenemos al alcance, nada de lo que se ha platicado, exigencias y todo eso, para nada, al contrario. Este inicio de etapa, la estamos viviendo muy a fondo y disfrutándola», asegura.
—¿En verdad no esperan que Maradona traiga una «bomba» y les explote?
—Esperemos que la bomba que traiga Diego sea deportiva, y que sea de resultados, no sólo a Diego sino al técnico que esté en turno, siempre lo hemos apoyado, nos hemos distinguido por eso.
«El compromiso de Maradona con los Dorados es hasta mayo del próximo año, y conforme nos vayamos conociendo vamos a seguir hablando de todo lo que podemos hacer juntos», finaliza Núñez.
Lo que no termina es la espera por ver al ex astro. Gente se arremolina a la entrada del hotel. Las duras reglas de la gente de seguridad se rompen, nadie las respeta.
El camión se mueve a la entrada y uno a uno, los jugadores de Dorados entran. Algunos saludan, otros no. Pasa el tiempo, aparece Mario García, él sí dice «buenas tardes» y sube. Son las 17:45 horas, el momento de partir, cuando se escucha: «Diego ya está en La Loma, adiós».
La puerta del camión se cierra y se va. Los que esperan a Maradona para la foto se frustran, saben que han perdido la oportunidad.