Guido Pizarro lleva la cinta de capitán en el brazo derecho. Encargado de levantar el séptimo trofeo en la historia de los Tigres, el argentino es heredero de las glorias de Osvaldo Batocletti, Tomás Boy y Juninho. Y quiere ir por más.
“La realidad es que el grupo tiene muy claro lo que quiere, y lo que desea año con año es regalarle a la gente una alegría más. La gente de Tigres es muy fiel, siempre está con nosotros, en las buenas y en las malas, por lo que sólo nos queda entregarnos, como nos entregamos en este torneo”, afirma.
Dice que fue un torneo difícil en todos los aspectos, “porque no iniciamos de la mejor forma”. Se perdió la final de la Concacaf ante el acérrimo rival, el Monterrey, “lo que nos dolió mucho” y en la Liguilla se tuvieron que levantar de muchas cuestiones, como “las lesiones, pero eso habla de que aquí no hay estrellas, sino plantel”.
Se sufrió, pero al final el trofeo de campeón quedó en sus vitrinas: “Vivimos de todo en el torneo y en la Liguilla, batallamos mucho con los lesionados, pero —al final— sin sufrimiento no hay triunfo. Es normal que pasen estas cosas, pero el grupo estaba convencido de lo que teníamos y que, siguiendo las órdenes de Ricardo [Ferretti], íbamos a salir adelante. ¿Que no fue una Liguilla espectacular? Eso es cosa de todos los equipos, no sólo de Tigres”.
—¿Ya son el quinto grande del futbol mexicano?
—“Llevamos muchos años demostrando que este es un equipo importante, ganador, que siempre quiere ser protagonista, sea el torneo que sea, pero para considerarse así hay que demostrarlo día a día y validarlo dentro de la cancha”.