Tras la confirmación del adiós de Fernando Hierro, España busca un seleccionador de futbol que devuelva al equipo la frescura que perdió en los últimos tiempos y que le llevó a fracasar en el Mundial de Rusia.
Como se esperaba, Hierro no pasó de ser una solución interina tras el traumático despido de Julen Lopetegui apenas dos días antes de debutar en la Copa del Mundo.
Tras la tormenta mundialista, el presidente de la Federación Española, Luis Rubiales, quiere presentar lo más pronto posible un nuevo entrenador y comenzar a hablar de las cosas clásicas: nueva etapa, nuevos retos y nuevas ilusiones.
En realidad, necesita «otro Lopetegui«, un técnico que haga lo que hizo aquel: recuperar la autoestima en un tiempo récord, reactivar el espíritu ganador, mostrar métodos modernos, lograr la implicación de los futbolistas y completar una revolución pendiente que incluya decisiones con jugadores veteranos y útil integración de los más jóvenes.
Eso sí, Rubiales deberá hacer acopio de pruebas para encontrar la fidelidad que no obtuvo de Lopetegui, quien fue despedido por negociar a espaldas de la federación su fichaje por el Real Madrid antes de comenzar el Mundial.
Sería una sorpresa que el nombre del nuevo seleccionador estuviera fuera de la terna compuesta por Quique Sánchez Flores, Míchel y Luis Enrique, aunque en los últimos días se les unió el actual seleccionador de Bélgica, Roberto Martínez.
Los tres primeros cumplen con tres requisitos: pertenecen casi a una misma generación, son españoles y no tienen contrato en vigor. Martínez, por el contrario, está atado a los belgas hasta 2020.
El favorito de la prensa es Flores, pero Rubiales deberá meditar varios aspectos en contra. Por ejemplo, que entrenó a nueve equipos diferentes en sus 14 años de carrera como entrenador. No es el mejor ejemplo de fidelidad, si bien un cargo como el de seleccionador es diferente. Hace falta que a Flores también le apetezca renunciar al trabajo del día a día para ponerse al servicio de un equipo nacional que no compite con regularidad.
Por su parte, Míchel es permanente opción para todos los equipos y clubes del mundo. Siempre suena su nombre cuando hay un banquillo libre. Y ahora es el de la selección. En su contra juega que no consiguió ganar nada relevante durante su etapa como técnico.
La tercera opción que tiene Rubiales es la de Luis Enrique, pero también es la más improbable. Primero, porque debería rebajarse a más de la mitad su caché. Segundo, porque se desconoce si todavía quiere sentir la adrenalina de entrenar cada día. Y tercero, porque su relación con la prensa es peor que mala. Y son tiempos en los que la pacificación es necesaria.
Martínez, semifinalista con Bélgica en el Mundial, es el hombre de moda, pero tampoco parece actualmente una posibilidad cercana.
«Entiendo la pregunta y es tu trabajo, pero ahora mismo sólo importan los cuartos de final del Mundial», dijo el técnico español a los periodistas hace unos días.
La idea de Rubiales es avanzar en los próximos días con conversaciones con todos sus candidatos a seleccionador hasta ver quién le convence más. Por personalidad, proyecto, idea futbolística y grado de compromiso. También estará el precio que quiera pagar.
En la cabeza del presidente de la RFEF está celebrar una junta directiva el 23 de julio y presentar allí el nombre de su nuevo seleccionador. Si es que no lo filtra antes.