El Universal
Perdonar no es un acto piadoso, cuando se trata de futbol. Cuando se puede sentenciar, se debe hacer. De lo contrario, el precio a pagar es alto. Por eso, Puebla sale del Estadio Jalisco cargado de furia. Coraje. Enojo consigo mismo, pues ha tenido que conformarse con el empate 1-1 ante Leones Negros y sigue sontanero de la porcentual. Huele a descenso.
Es prácticamente una “final” por la salvación. Y se juega como tal. Los primeros minutos son disputados. Un encuentro trabado en medio campo, carente de un claro dominador y con escasas emociones sobre el terreno de juego. Se lucha fuerte, pero cuando se ofende, ninguno de los dos equipos se atreve a cosas diferentes.
Así, el arranque se diluye entre el nervio y el aburrimiento. La tribuna del Estadio Jalisco, poblada con más de 43 mil personas, opta por jugar su propio partido y la ola aparece como remedio al mal juego que presencian. Sólo hasta la recta final del primer lapso, Puebla se atreve un poco más.
El primer aviso es de Luis Noriega, quien controla una diagonal retrasada, en la entrada del área. Queda de frente. Suelta un derechazo, que con apuros el portero Humberto Hernández manda a tiro de esquina, al ’26. Cuatro minutos más tarde, Mauricio Romero conecta un cabezazo dentro del área que controla el propio “Gansito”.
La táctica fija aparece como recuro ante la falta de creatividad. En un tiro de esquina, Hérculez Gómez salta más que la defensa local. Gana el esférico por arriba, pero su remate de cabeza se va por un lado. Los Leones Negros se salvan al ’36 y con el empate 0-0 pueden darse por bien servidos al irse a descansar.
Sin ser abrumador su dominio, Puebla ha sido mejor. Ha entendido que esto es una “final” y que el descenso, si bien no se define por completo en este duelo, sí puede comenzar a inclinarse, pues al perdedor le toca la pesadilla de dormir último de la tabla porcentual, cuando restan sólo cuatro fechas.
El centro viaja desde el costado derecho. Marcelo Alatorre llega atropellado al área chica. Demasiada fuerza. No controla el impulso de su cuerpo. Derriba a un adversario. Francisco Chacón señala el punto penal. La Universidad de Guadalajara tiembla. El Jalisco calla. Los poblanos se abrazan.
Matías Alustiza pide la pelota. No existe un dejo de duda en su semblante. Acomoda la redonda. Enfila a su encuentro. Es u disparo que puede valer la permanencia. El zurdazo lleva potencia. Supera al “Gansito”. Gol del Puebla, al ’49. Los Leones Negros se lamentan. Los visitantes se abrazan. Así son las “finales”.
El golpe anímico es duro. El cuadro local tiene poca capacidad de respuesta. Poco futbol. Poco espíritu, por el shock de la desventaja. Su reacción alcanza apenas para un disparo de Luis Télles que Rodolfo Cota desvía a tiro de esquina (’55) y un tiro libre de Fidel Martínez que también saca el arquero (’63) de nuevo al cobro desde el banderín.
Puebla puede sentenciar al ’71, con los Leones Negros entregados al ataque, pero el contragolpe culmina con un zurdazo de Luis Gabriel Rey que se va por encima. Grave error. En esto del futbol, no “matar” al adversario, es más un acto más de estupidez que de misericordia.
Los visitantes se ven fuertes en defensa. La Universidad de Guadalajara la pasa mal en su propia cancha. No hay mucha esperanza. Pero una pelota parada aparece como la última oportunidad, al minuto ’86.
Jairo González cobra desde el costado derecho. La redonda viaja hacia el área. Saltan los locales. Ninguno alcanza. Salta el “Canguro” Luis Gabriel Rey. Él sí conecta. Pésima su fortuna. Desvía con la cabeza y el esférico termina en sus propias redes. El Jalisco es una locura. Autogol para el 1-1, en la agonía del encuentro.
No hay tiempo para más. Puebla ha dejado escapar quizá una de sus últimas posibilidades. El descenso no está definido, pero anímicamente, dejar escapar la victoria esta noche en el Jalisco es un golpe contundente. Leones Negros sigue penúltimo, por poco, en la porcentual. Y los de La Franja duermen de nuevo en el sótano, a sólo cuatro partidos de perder la categoría.