CIUDAD DE MÉXICO, febrero 13 (EL UNIVERSAL).- Las Chivas ganaron el clásico tapatío al Atlas con autoridad, brillantez y gran despliegue de futbol ofensivo, que dio como resultado el triunfo 2-1 en el estadio Jalisco.
Al Guadalajara le fue suficiente un extraordinario primer tiempo para sentenciar el resultado mucho antes que lo que uno pudiera imaginarse, por tratarse de un clásico.
Nos gustó el Guadalajara. Jugó muy bien el primer tiempo, hizo del pase y de la movilidad entre sus jugadores, sus principales argumentos para atacar a un impetuoso equipo rojinegro que fue superado claramente en el primer lapso. Si el Gol de Zaldívar de penalti dejó dudas, porque la falta señalada contra el Atlas es discutible, el dominio del Guadalajara fue tan claro que al marcar el segundo tanto, obra de Orbelín Pineda, quedó la impresión que los rojiblancos debieron irse al descanso con una ventaja más holgada.
Las Chivas fueron espectaculares, dinámicas y tuvieron gran variedad y riqueza futbolística en sus ofensivas. Le pasaron por encima al Atlas, sorprendido y aturdido por la velocidad y gran generación de futbol ofensivo de su acérrimo rival. El primer tiempo fue absolutamente del Guadalajara.
En el segundo lapso cambió la fisonomía del partido. El Atlas pudo reaccionar, fue eficaz en su trabajo defensivo para cerrar espacios y ya no le permitió al Guadalajara llegar con la frecuencia y claridad, como sucedió en los 45 minutos iniciales. Las Chivas también bajaron en su efectividad para generar ofensivas, perdieron el toque y la dinámica que le habían dado muy buenos dividendos, pero no perdieron el orden y la solidez en su defensiva, por lo que pudieron mantener la ventaja obtenida.
El tanto de Martín Barragán acercó a los Rojinegros, pero fue muy tarde, en el ocaso del partido, cuando estaba prácticamente sentenciado el encuentro.
Estas Chivas de Matías Almeyda desarrollan un juego vistoso, con excelente coordinación y agradan a la tribuna. Quizá les falta esa dosis de contundencia, fundamental en el deporte para reflejar en el marcador lo que plasma en la cancha. Sí, desde luego esta versión del popular equipo tapatío ilusiona bastante.
Es sólido en todas sus líneas, posee creatividad, talento e inventiva. El timonel argentino le ha dado estabilidad y mucha confianza a su equipo. Pareciera que la era que comenzó hace poco más de un año promete una larga vigencia. Su trabajo ha sido sobresaliente y ha transformado a las Chivas de ser un equipo anodino e intrascendente a convertirse en una escuadra bien armada, de alta calidad y con personalidad y capacidad combativa.
Y lo mejor de todo es que ni Jorge Vergara ni José Luis Higuera han interferido en los asuntos deportivos, ni han hecho declaraciones desafortunadas, como sucedió repetida y frecuentemente, y eso le da mayor certeza al proyecto Almeyda. Estas Chivas hacen soñar a su fiel afición, ávida de triunfos y títulos.