Le decían Chiquito, porque “apenas” medía 1.79 metros. También decían que era el mejor portero en la historia de Uruguay y, quizá, de América. Su nombre: Ladislao Mazurkiewicz, quien defendió la meta del equipo charrúa en México 1970. Y no quería ser portero.
Cuando inició su carrera, en el Racing de Montevideo, llegó tarde a las pruebas, tanto que cuando salió del vestuario, ya estaban los equipos listos, en sus posiciones. Sólo faltaba un portero. Él se negó, decía que era delantero, pero no… El destino le tenía guardada otra tarea, en el marco. Ese día tomó la casaca de arquero, y nunca más se la quitó.
Sus atajadas y lances espectaculares se volvieron legendarios, y lo hicieron llegar a la selección de Uruguay, con la que fue el titular en la Copa del Mundo Inglaterra 1966.
A Mazurkiewicz le tocó despedir a Antonio Carbajal, la Tota, de los Mundiales, cuando logró la marca de estar en cinco.
Y le tocó estar frente a la Araña Negra, Lev Yashin, en su última aparición mundialista (México 1970). En ese torneo, el uruguayo destacó desde el inicio. En la primera fase, sólo recibió un gol, en la derrota ante Suecia (0-1). En cuartos, dejó en cero a la URSS y dobló las manos ante Brasil en semifinales, derrota por 3-1.
Célebre es aquella jugada, el casi gol de Pelé, que pasó a la inmortalidad. El juego estaba 1-1 y O Rei se enfiló sobre el arco uruguayo, la pelota venía cruzada y el brasileño la dejó pasar, siguiendo de largo; Mazurkiewicz se comió la finta, pero el balón fue demasiado cruzado.