La violencia de género alcanzó a la Liga MX, que ha quedado corta en su reacción ante la espera de una sociedad cansada de estos actos.
En menos de una semana, con el Día Internacional de la Mujer y la campaña #UnDíaSinNosotras como temas principales, explotaron dos casos que hicieron eco más allá de un estadio de futbol.
Primero, Renato Ibarra. El jueves por la noche, el ecuatoriano pasó de ídolo a un presunto agresor de su pareja, con embarazo de alto riesgo de 10 semanas. Hoy, junto con cuatro personas, cumple prisión preventiva oficiosa en el Reclusorio Norte por las imputaciones de tentativa de feminicidio, tentativa de aborto y violencia familiar, situación que tiene al América al tanto del dictamen definitivo de las autoridades, para rescindir el contrato por la vía legal e imponer sus valores.
En Pumas, otra institución grande del futbol mexicano, en plena manifestación de apoyo a las mujeres le explotó una negligencia administrativa. El canterano Marco García fue suspendido indefinidamente por una indisciplina que data de 2017, por tomar fotografías íntimas a una profesora académica en las instalaciones de la Cantera, y compartirlas.
El caso se manejó entre irregularidades dentro de la administración de Rodrigo Ares de Parga, y el caso derivó en un supuesto despido de la víctima, quien hace un par de días levantó la voz para revivir el hecho, al ver que los Pumas simbólicamente apoyaban los movimientos femeninos. Sólo son dos casos que explotaron y mediáticamente generaron cientos de opiniones, en una Liga que carece de un apartado en sus reglamentos para estas situaciones.