Este domingo Atlas visita al Querétaro, casi un año después de los lamentables hechos que sufrieron en el Estadio La Corregidora, el pasado 5 de marzo.
Aquella sangrienta tarde quedará marcada como uno de los episodios más tristes y dramáticos en la historia del futbol mexicano. Una pelea campal entre barristas de los Gallos Blancos y del Atlas dejó imágenes de barbarie contra los fanáticos rojinegros.
Darío, un aficionado del Atlas, en charla con EL UNIVERSAL Deportes cuenta su experiencia aquel 5 de marzo en La Corregidora, donde asegura «vio su vida pasar».
«Íbamos cinco. Sabíamos que era un juego de riesgo, por eso decidimos irnos en un plan un poco más neutral. Era un ambiente hostil, pero era lo que se esperaba, era hasta cierto punto normal», cuenta el fan de los Zorros.
Todo marchaba con normalidad, hasta que vio como la cabecera de la barra Resistencia Albiazul comenzó a vaciarse y después gritaron «ya llegaron». Cuenta que decidieron meterse a la parte donde estaba La Barra 51 del Atlas y posteriormente a la cancha, pero jamás estuvieron a salvo.
«Cuando estábamos en la cancha nos dimos cuenta que no había elementos de seguridad. Yo no me explicaba eso, cómo era posible. Quisimos salir, pero todo estaba cerrado», explica Darío, quien prefirió no decir más sobre su identidad.
«Yo tuve que esquivar un golpe con una butaca. Todo era un arma para golpearnos, usaban todo. Pará donde corrieramos ya veíamos gente de Querétaro, gente del Atlas inconscientes, eso ya no era normal.
Salir del inmueble, después de tres horas, fue otra odisea para Darío y sus amigos. De los cinco que llegaron, ya sólo eran cuatro; otro de sus amigos se perdió en el tumulto y la corretiza.
«Después de otras agresiones en el estacionamiento y de buscar el carro en una parte muy oscura, por fin llegamos al hotel y nos la pasamos viendo videos, noticias… Comenzamos a llorar entre todos, nos sentíamos felices de estar juntos de nuevo. Nuestro amigo que se había perdido ya había llegado porque fue apoyado por una familia del Querétaro», recuerda invadido por la nostalgia.
El regreso a Guadalajara fue difícil. Asimilar lo vivido no fue sencillo y Darío, junto a sus amigos, consideran que «volvieron a nacer».
«Algunos de mis amigos que están casado o con hijos, los veía recorrer sus galerías de fotos en los celulares, llorando, sentían que no los volverían a ver. Sentíamos que nos iban a matar, pensamos que no íbamos a regresar a Guadalajara», concluye Darío, quien asegura «no volver jamás a un partido a Querétaro».