Para nadie fue fácil el traslado de la ida de las semifinales entre América y León a Querétaro. La improvisación de la Liga MX provocó un caos en diversas áreas, desde la venta y reventa del boletaje, el control de prensa y la seguridad.
Las taquillas fueron un desastre al permitir que una persona pudiera comprar hasta una docena de boletos y, peor aún, que se volviera a formar para hacer otro pago. Estas personas aprovecharon el consumo rápido de entradas para revender.
El acceso de prensa al estadio fue muy tardado y permitieron la entrada a menos de dos horas de que arrancara el compromiso, debido a que cada reportero, fotógrafo y camarógrafo necesitaba una pulsera, sin importar que contaran con la acreditación permanente otorgada por el club.
Por último, la seguridad fue rebasada por pequeñas riñas en las inmediaciones del recinto y dejaron escapar a un aficionado que amenazó a otro aficionado con un machete.
Que este duelo sirva de aprendizaje para la Liga MX y que tenga una mejor estructura en caso de ocupar un Plan B.