El Universal
Al final del partido México-Paraguay, los aficionados se introdujeron a la cancha en busca de un autógrafo y provocaron que se pusiera en marcha un excesivo operativo de seguridad.
Apenas el árbitro central decretó el final del encuentro, fanáticos, en su mayoría mexicanos, invadieron la cancha del Arrowhead.
Todo parecía suceder con normalidad, hasta que las fuerzas de seguridad del Arrowhead Stadiumdetuvieron con exceso de fuerza a más de un espectador.
Algunos seleccionados nacionales, como Diego Reyes, pidieron un poco de consideración a los enfurecidos elementos del orden, que a toda costa trataban de disolver lo que en ese momento consideraron una amenaza para la seguridad de los futbolistas.
El número de aficionados aumentó en la cancha y el cuerpo de seguridad mantuvo una actitud de poco tacto para manejar la situación, lo que provocó que una parte de la tribuna arrojara sus vasos llenos de líquido a la cancha, en clara muestra de desaprobación por el maltrato a los paisanos.
Ya es clásico que en los juegos de la Selección Mexicana en Estados Unidos, varios espectadores con bandera en mano invadan la cancha.
Y en esos estadios, el protocolo de seguridad siempre es el mismo, unas veces con más rudeza que otras, como sucedió anoche en Kansas City.