En entrevista para la revista GQ, para la que posó con distintas indumentarias en el estadio Azteca, recordó su paso por Europa, el problema que tuvo por no tener pasaporte comunitario y también expresó su inconformidad por el poco reconocimiento que se le da a los mexicanos que juegan en Europa.
El portero del América sabía que tenía mucho que dar aún en el Viejo Continente.
«No todo sale como lo planeas ni todo es de colores. Tienes que aprender a llevar tu crecimiento y madurez. En México, se vive en una esfera donde creemos que Europa y el mundo nos ven y no nos ven. Los mexicanos en Europa, por nivel futbolístico, estamos lejos de que se nos dé el valor que se les da a otros países. Así que yo aprendí a aguantar, por la mala«.
Recordó lo que fue pasar ocho años en el Viejo Continente. «Fue un espectacular salto a lo desconocido y un gran viaje. Dejé un registro, ¿chico o grande? No lo sé aún y ya lo dirá lo que ocurra después con los porteros mexicanos que lleguen a Europa. Creo que abrí puertas al futuro para otros porteros mexicanos porque muchos conjuntos saben que sí nos podemos adaptar. Creo que mi paso fue un referente. Estoy muy contento de lo que viví y cómo reaccioné en cada decisión. Hubo cosas que no estuvieron en mis manos; sin embargo, entendí que sí era bien valorado y que tuve respeto y cariño donde me encontraba. Además, mi primera hija nació en Ajaccio, el segundo en Málaga y la tercera en Marbella… Sí, al final, fue un gran viaje en mi vida«.
Lo que lo frenó fue su pasaporte.
«Es irónico, pero ya tengo el pasaporte europeo y lo logré ahora que estoy acá. Creo que la historia se resume así: yo había hecho todos los exámenes y los trámites para obtenerlo en España, después de los tres años que estuve ahí, pero se atravesó una complicación de sistema a nivel nacional que detuvo el proceso y lo relantizó. Esto provocó que todo se alargará. En ese momento, el pasaporte se convirtió en telemático y fui de los afectados. Seguí los procesos y, bueno, dificultó mucho las cosas no tenerlo«.