Pase largo a la derecha del capitán Carlos Alberto. Eran los primeros minutos del partido Brasil-Inglaterra en el Mundial de México 70. La pelota cayó a Jairzinho, quien se quitó la marca, corrió por la línea de fondo, levantó la mirada y vio que Pelé se acercaba; la educada pierna del brasileño mandó la pelota al centro del área donde O Rei se levantó, y…
Gordon Banks, el portero de Inglaterra llegaba al Mundial con la etiqueta de ser el mejor portero del mundo. Su trabajo le había costado. Infancia difícil en Sheffield, donde su padre cruzaba apuestas. Debido a esto, su hermano fue atacado y murió, al otro día el joven Gordon dejó la escuela y se dedicó a palear carbón.
Un año después Gordon Banks embarneció y su agilidad en el arco llamó la atención, fue fichado por el Chesterfield y comenzó su carrera profesional y fue fundamental para el conquistar el título en 1966.
Pero ese día en el estadio Jalisco de Guadalajara, Banks lo contó muchas veces.
“Vi a Jairzinho levantar la pelota, supe que venía un remate. Pensé que el balón iría hacia el punto de penalti, pero fue más a la derecha, a Pelé, que se suspendió en el aire”. El 10 brasileño remató el balón hacia abajo, con dirección al poste derecho, ya todos cantaban gol, pero Gordon Banks, lanzó su cuerpo a la derecha y con manoteó la pelota. Fue La atajada del siglo. El portero aún estaba en el suelo cuando el capitán Bobby Moore se acercó y le susurró al oído: “Te estás poniendo viejo Gordy… Esas antes las atrapabas”…
Brasil metió el gol de la victoria hasta el segundo tiempo, y al terminar todos estaban felices en el Scratct, todos menos Pelé, que se quejaba: “Yo hice un gol, pero Banks lo atajó”.