México había tenido una Copa del Mundo de 1970 regular. Los dos primeros partidos, empate ante la URSS y la victoria de 4-0 sobre El Salvador, dejaron satisfecha a la afición, mas no contenta.
Se acercaba el último juego de la fase de grupos, contra el equipo de Bélgica, la revelación del futbol europeo; se jugaba el todo por el todo.
Pero al cuadro dirigido por Raúl Cárdenas le faltaba algo, el técnico no había encontrado quien lograra sustituir a Alberto Onofre, la estrella de la Selección que se fracturó cinco días antes de iniciar el torneo.
El señalado era Ernesto Cisneros, del Atlante, pero una indisciplina lo dejó fuera no sólo de los partidos, sino del mismísimo Mundial.
Las historias hablan de que Cisneros, se desapareció dos días con sus noches de una concentración que el equipo tuvo en Acapulco y Cárdenas no se la perdonó, lo cortó de los elegidos.
Ese fue, dicen, uno de los peores errores que cometió el técnico nacional y que a la larga pagaría en la participación de la Selección Mexicana en el Mundial.