Relajado, con el boleto a semifinales garantizado antes del silbatazo inicial, América completa el trámite y despacha sin contratiempos al Saprissa de Costa Rica, en la Liga de Campeones de la Concacaf. Lo hace a medio gas, sin despeinarse, al extremo de que también gana el duelo de vuelta (2-0) para decretar un contundente 5-0 global.
El tema es que no le alcanza para generar el espectáculo prometido, aunque la fiel afición azulcrema -que asiste generosa al Estadio Azteca- termina por marcar diferencia y darle sabor a la batalla, que premia el éxito milloneta con «oles» y el grito de «¡México, México!», además de la emotiva ola en las tribunas. Sinfonía que deleita a los asistentes, pese al cumplidor desempeño de la casa.
Aún con las alas desgastadas, el ave emplumada es mucha pieza para el plantel costarricense. Lejos de apostar por una alineación más atractiva frente a su público, Gustavo Matosas guarda su arsenal. Si en la ida había empleado un escudo alternativo, en la vuelta, con tres goles de ventaja, la tarea es mantener controlado el encuentro y con el puro impulso liquidar la serie sobre la marcha.
Así las cosas, el estratega charrúa asegura el arco con la presencia de Moi Muñoz y a partir de ahí se ordena con Ventura Alvarado, «Puma» Pimentel, Pablo Aguilar y Osmar Mares. La recuperación es labor del «Chepe» Guerrero y la reparte con Osvaldo Martínez, quien le da salida e impulso a las Águilas, mientras Madueña y Carlos Darwin abren sus alas para alimentar a Moi Velasco -quien intercambia posiciones con el Quintero- y más adelante a Martín Zúñiga.
La diferencia es que en esta contienda ni siquiera aparece en la banca Oribe Peralta -autor del doblete en Costa Rica-, a quien por obvias razones no se le arriesga, dada la sacudida frente a la UdeG.
Paciente, el once capitalino se acomoda y aunque batalla, de a poco lucha por la posesión del balón y el control del adversario. Eficaz, contiene y mantiene alejado el peligro, aunque tampoco genera aproximaciones enl a puerta de Dany Carvajal. Para decir que el primer tiro a puerta del América se produce pasados los 30 minutos, gracias a un trazo largo que recibe Darwin, quien recorta hacia el centro y tira a las manos del meta visitante.
Salvo el reparto de «leña», acompañado de algunos reclamos, la primera mitad habría concluido con un aburrido par de roscas. Mas en el cobro de un tiro de esquina por la punta derecha cae la anotación azulcrema, a dos minutos del silbatazo que lleva a los jugadores al descanso. Osvaldo Martínez patea el córner, Pimentel suelta un picotazo en el área y el rebote le queda al «Chepe» Guerrero, quien suelta el tiro, a segundo poste. El portero ataca mal el esférico y se le escurre. Suficiente para decretar el 1-0.
Si de por sí estaba difícil la cuesta para los ticos, con una diferencia de cuatro anotaciones en el marcador global quedan completamente desmoralizados. Es por ello que se conforman con mantener el orden y evitar llevarse más daño del necesario. La serie ha quedado sentenciada y ni necesario es apretar tuercas.
Pero Matosas decide reforzar su línea defensiva y sustituye a Ventura e ingresa a Paolo Goltz. Además, incorpora a Rubens Sambueza por Osvaldo con tal de darle músculo a su ofensiva. Mas el último ajuste parece relajar la maquinaria. Descansa a Quintero e ingresa al joven Francisco Rivera. No es así. El muchacho entra como bala y al 65 encuentra una inmejorable oportunidad de gol. Solo y su alma encara a Carvajal, mas el tiro es rechazado por el meta y todo queda en alarido.
Más adelante, Sambueza se pierde otro. El remate del talentoso naturalizado va a las nubes, cuando tenía la ocasión de lucirse.
Aún con las fallas, la fiesta comienza en las tribunas y contagia al equipo. Por eso, al 79′, por fin Osmar Mares cierra la pinza y da el pase a la red, con todo y que se lleva un fuerte golpe, lo que mitiga el festejo amarillo. Es el 2-0, el 5-0 final y el rumbo definido hacia el título de la «Concachampions», cuyo premio es el pase Mundial de Clubes.
Nada menos.