Las Chivalácticas o 2.0, se toparon apenas en la jornada 2 con un equipo que bien parado y con un poco de hambre las puso en su realidad.
El empate sin goles frente al Pachuca le salió barato al Guadalajara, que esta vez se vio desconectado, sin ideas y poco intenso. La revolución quedó detenida en Tuzolandia, a pesar de que, como siempre, el Rebaño fue local en casa ajena.
Destellos hubo, oportunidades no. Siempre que José Juan Macías la toma intenta hacer algo diferente, cuando la llega a alcanzar Eduardo López, cuando se llega a encarrerar Uriel Antuna, las Chivas muestran lo que quieren ser… Falta que las dejen.
El Pachuca, un equipo que ha experimentado con la contratación del uruguayo Eduardo Pezzolano, es un cuadro al que le gusta jugar con la pelota al césped, que prefiere el toque por abajo que reventar, y no pierde el orden.
Al inicio, el Guadalajara quiso asustar, pero al final terminó siendo el asustado.
Las llegadas por las bandas de los hidalguenses nunca fueron bien contenidas por los laterales rojiblancos, que sufrieron una y otra vez los desbordes y, si el Pachuca no anotó fue por la falta de puntería de Franco Jara, Kazim-Richards y Romario Ibarra.
Tena le movió. Metió a sus refuerzos, esos que costaron mucho y han mostrado poco. Antuna, Jesús Angulo y Cristian Calderón trataron de ser el revulsivo, pero quedaron a deber, siendo Rubens Sambueza quien ganó el título de mejor del partido, porque con todo y sus 36 años sigue siendo rápido, luchador, y sobre todo pensante.
Las Chivas se toparon con un rival en serio, no como lo fue Juárez en la Jornada 1. Ahora quizás es tiempo de dar más vuelo a las nuevas caras. Lo mejor del Guadalajara fue su gente, que ya está ilusionada. Lo demás no asombra a nadie.