El Atlético de Madrid superó por 3-0 al Olympique de Marsella hoy en la final de la Liga Europa disputada en la ciudad francesa de Lyon, conquistando así el torneo por tercera vez en apenas ocho años.
El equipo madrileño demostró su experiencia en finales: resistió de inicio, tuvo paciencia y fue letal en los momentos clave. Antoine Griezmann fue elegido el jugador de la final tras anotar dos goles a los 21′ y a los 49′ de juego, mientras que Gabi Fernández cerró el marcador a los 89′.
Lo había avisado la estrella marsellesa Dimitri Payet en la previa: no lograrían ganar sin aprovechar las pocas ocasiones que les concedería la rocosa defensa del Atlético. Pues es justo lo que no hizo su equipo y lo pagó con creces.
Porque el arranque del Marsella fue bueno en cuanto al juego pero nulo en la definición. A los 4′ de juego su delantero Valere Germain quedó mano a mano ante Jan Oblak tras una enorme asistencia de Payet pero perdonó un tanto que pudo cambiarlo todo. Los dirigidos por Rudi García siguieron intentándolo sobre todo por las bandas, pero sin el resultado deseado.
Fue en este tramo donde el Atlético demostró su experiencia en finales. No estaba consiguiendo hacer daño al rival e incluso la pelota parecía quemarle los pies, pero supo mantener la calma, aguantar el momento y esperar su oportunidad.
Y finalmente, en un error individual de Zambo Anguissa al controlar una pelota clave que recibió de su arquero, el Olympique terminó de cavar su triste destino. La pelota terminó en los pies de Griezmann, que terminó batiendo por bajo y con tranquilidad a Steve Mandanda. Fue el único remate entre los tres palos del equipo español en toda la primera mitad y, a diferencia de su rival, supo aprovecharla.
Para colmo de males del Marsella, a los pocos minutos recibía otro duro golpe, a la postre definitivo. La salida del campo de Payet, que llegaba sentido a la final y cuyo físico solo aguantó media hora, pareció minar más aún la moral de los franceses, que incluso dejaron de asediar la banda de Simi Vrsaljko, en la cual Lucas Ocampos parecía haber encontrado la grieta adecuada.
Si los de García tenían alguna opción de cambiar el ánimo, los rojiblancos se encargaron de aplastarla con rapidez. No habían pasado ni cuatro minutos desde el descanso cuando Griezmann anotó el segundo tras una fenomenal pared con Koke con la que atravesaron la defensa rival como un cuchillo en la mantequilla caliente, para luego definir con un suave toque por encima de Mandanda.
Y a partir de ahí el Atlético se permitió hasta disfrutar de la gran final en el último tramo. Pudo ampliar el resultado con ocasiones de Koke y Diego Godín, originadas siempre a balón parado. El griego Kostas Mitroglu tuvo la más clara del Marsella para reducir la ventaja, pero su cabezazo rebotó en el palo y se paseó por la línea ante la mirada de Oblak. Esa jugada, que en otros tiempos hubiera terminado en gol y sufrimiento hasta el final, demostró que el club madrileño ha logrado enterrar por completo su fama de desafortunado.
Fue finalmente el capitán Gabi el que cerró el marcador con un remate cruzado mientras los aficionados radicales del Marsella reflejaban su impotencia lanzando pirotecnia a la cancha y retrasando unos segundos la reanudación del juego.
Sin sufrir y demostrando control y autoridad conquistó el Atlético de Madrid su tercera Europa League tras las logradas en 2010 y 2012 y su séptimo título internacional tras la Copa Intercontinental de 1974, las Supercopas de Europa de 2010 y 2012 y la Recopa de 1966.
También sirvió como revancha particular en la ciudad de Lyon, en la que había perdido ante el Dinamo de Kiev la final de la Recopa de 1986.
Con la copa bajo el brazo, los rojiblancos ya tienen su plaza asegurada en la próxima final de la Supercopa de Europa, que en agosto les enfrentarán al ganador de la Champions League: o bien el Liverpool o bien su eterno rival, el Real Madrid.