América regresó a la línea del triunfo, pero con una muy pobre actitud. Se conformó con un par de tantos contra el Querétaro (2-0), una escuadra inofensiva y que no ha sumado puntos tras cinco jornadas del torneo Clausura 2019.
Las Águilas salieron en su versión más compacta tras la salida de importantes jugadores del esquema de Miguel Herrera, además de la espera de los nuevos refuerzos: Nicolás Castillo y Nicolás Benedetti.
Triunfo que reconforta al venir de tropiezos en copa y liga. América no podía dejar puntos regados la tarde de ayer, para alcanzar nueve -con un partido pendiente ante Necaxa– y seguir al acecho de los principales puestos.
Mientras que los Gallos Blancos siguen con un triste canto. Se hunden más en el sótano sin unidades ni goles que contar… sólo 13 anotaciones en contra que reflejan una situación agónica y un urgente cambio en el timón.
Las Águilas no gustaron, pero cumplieron al no sufrir y aprovechar sus mejores oportunidades, que hubieran terminado en goliza si no hubiera sido por las espectaculares atacadas del guardameta Nicolás Navarro.
La localía, pese a la baja asistencia, se impuso apenas a los 12 minutos, con un simbólico golazo de Renato Ibarra, quien remató cruzado desde el sector derecho al ángulo de la cabaña visitante. El volante abría el marcador con un júbilo especial, al tratarse de su centésimo partido con la casaca azulcrema.
Ibarra fue lo más atractivo del cotejo que bajó de intensidad tras la ventaja parcial, pese al dominio americanista en el segundo tiempo. Los de Rafael Puente, quien se jugaba el puesto si volvía a ser exhibido, mostraron una mejor resistencia en la recta final del segundo tiempo al mantener una línea de cinco. Sin embargo , una nueva distracción perjudicó a los Gallos Blancos.
Ayron del Valle cometió una falta sobre Guido Rodríguez en una jugada que el silbante Isaac Rojas revisó en el VAR y que juzgó con un penalti a favor de la casa. Al cobro y contra todos sus fantasmas ante la ausencia de Emanuel Aguilera – por suspensión- Roger Martínez cobró efectivo para sellar una victoria que se antojaba más inflada. Pero el Piojo y los suyos se conformaron con lo justo.