Por Julián Rodríguez
Se llama Luis Batista, le dicen Batista. Es sinónimo de gol, de hambre de triunfo, de entrega, constancia, garra y coraje, virtudes que lo han llevado a encumbrarse como un gran goleador.
El peligroso delantero posee además una gran fortaleza, pues hace unos años fue sometido a dos intervenciones quirúrgicas, de las que muchos creían le resultaría difícil volver a pisar un terreno de juego, de hacer lo que más le gusta.
Pero para el hombre, nacido hace 40 años en esta ciudad, todo es posible. “Nada es imposible en esta vida, pues a mi edad y con dos operaciones de columna vertebral sigo aquí”, dijo.
Pero el rey del gol del recién concluido torneo de futbol 7 PTGEYE tiene cuatro razones importantes para consumar las hazañas de conquistar su tercer titulo de monarca de goleo individual: sus hijas Fernanda, Lucía, Adelita y su esposa Dea Rodríguez, de hecho las iniciales de ellas le dan vida al nombre de su equipo FLAD. “Ellas son mi inspiración”, agregó.
Por cierto, con este equipo ha conseguido los títulos de goleo en la canchas de la Represa del Carmen, la de Coatepec y el último en la Cancha del Valle, siendo en esta última donde obtuvo el galardón al anotar 91 goles, todo un récord que, sin embargo, le da el crédito a sus compañeros. “Totalmente, sin ellos no existiría mi récord de goleo y mucho menos el campeón de liga, gracias de corazón a mi compadre Lenin, don Julio, Ricardo Férreon, Hugo, don Jorge, don Mario, ´Simba´, ´Juanpa´, Axel y la directora del equipo, mi esposa la maestra Dea Rodríguez”.
Es explosivo a la hora de hacer goles, por eso los festeja de una manera muy especial, digna de un artillero de su calibre, de su calidad y su poder.
Batista es un delantero que no se marca limites, ni se pone obstáculos, aunque reconoce sus fortalezas y también sus debilidades, pero esto lo vuelve especial, humilde y único, algo que no todos los futbolistas tienen, pero sobre todo que es dueño de un gran corazón y especialmente de una voluntad inquebrantable, casi de acero que lo han llevado a consumar sus increíbles hazañas.