Los Pumas de Andrés Lillini siguen soñando en grande y ahora quieren ser los mejores de la zona. El Club Universidad, con un hombre menos, consiguió su boleto a la final de la Liga de Campeones de la Concacaf.
Empate sin goles en el Estadio Azteca que los lleva a su segunda final en menos de dos años. La esencia de Pumas es inquebrantable.
Los Pumas tenían mayor control de balón y ya avisaban de su insistencia con un potente disparo de Diogo de Oliveira, que Sebastián Jurado envió a tiro de esquina.
La Rebel no se colocó en la cabecera sur como normalmente lo hace cuando visita el Coloso de Santa Úrsula, pero se expandió con incontables células por todo el graderío. La fiesta fue auriazul.
Al minuto 15, Ignacio Rivero tuvo la primera de peligro dentro del área. El uruguayo cruzó su disparo pero el balón se fue por un costado.
Cinco minutos después, Iván Morales perdonó de manera inexplicable un mano a mano ante Alfredo Talavera. Pumas se volvió a salvar y el juego ya era un espectáculo en todo sentido.
Las más de 56 mil personas que asistieron al Estadio Azteca también hicieron su parte en la tribuna y sólo hubo paz en sus gargantas en los 15 minutos de descanso.
El «Goya» universitario retumbó en todo momento, aunque el «Azul, Azul» comenzaba a escucharse y lo hizo aún más con la expulsión de Arturo Ortiz. El defensor mexicano, último hombre en el contragolpe, derribó a Santiago Giménez y se fue de la cancha al 63′.
Sin embargo, los felinos reclamaban una jugada previa en la que Christian Tabó golpeó en el rostro con un manotazo a Diogo de Oliveira. La jugada no fue revisada y la afición auriazul, mayoría en el Estadio Azteca, no lo podía creer.
Al minuto 75 parecía que las cosas se habían emparejado con un penalti de Adrián Aldrete sobre el brasileño de Oliveira, pero la jugada fue revisada en el VAR y el silbante Mario Escobar de Guatemala cambió de parecer.
Minutos de alta tensión para el Club Universidad. Con un hombre menos debían soportar los ataques celestes… El nerviosismo se contagió a la tribuna, que sólo aplaudía cuando el silbante detenía la jugada en favor de sus colores.
Juan Reynoso y Andrés Lillini movieron sus piezas, pero el marcador no se movió más. Los Pumas, bajo la dirección del argentino, disputarán una final más. Lo prometió desde hace meses y lo cumplió: vamos a jugar la final de Concacaf.