El famoso Pacto de Caballeros, que no era otra cosa que un acuerdo de palabra entre los dueños de los clubes del futbol mexicano, que prohibía al jugador negociar con otro conjunto nacional, sin el permiso del equipo al que pertenecía, al fin fue sancionado por las autoridades mexicanas.
A mediados de los 90, la FIFA cambió sus estatutos para garantizar la libre contratación de los futbolistas, es decir, quién no tuviera contrato, podría firmar con el club que quisiera, todo inspirado en la famosa Ley Bosman (en 1995 el futbolista belga Jean-Marc Bosman, demandó libertad de acción a su club al finalizar su contrato, forzando a la Unión de Asociaciones Europeas de Futbol a cambiar varias de sus normas).
Pero en la Liga Mexicana decidieron que no, que los equipos perderían mucho y los jugadores «ganarían» mucho.
Por eso El Pacto de Caballeros, y por mucho tiempo los futbolistas se sometieron a eso, algunos truncaron su carrera por esa situación, y otros salieron avantes al enfrentarlo.
GERARDO TORRADO
El hoy director deportivo de la FMF, desafió a los Pumas de la Universidad cuando a inicios de siglo cogió su maleta y se fue a Europa buscando equipo. No tenía contrato pero Pumas exigía un pago. Al final, Torrado regresó al futbol mexicano en el 2005, después de un arreglo con el club universitario.
AARON GALINDO
En el 2006, después de ser sancionado un año por doping, Aaron Galindo reapareció en el Hérculez de Alicante de España. Cruz Azul se negaba a soltarlo, a pesar de no tener contrato vigente, pero la FIFA le dio la razón al jugador.
GONZALO PINEDA
El caso de Gonzalo Pineda es algo diferente, pero tuvo que ver con la imposición que los clubes querían tener sobre los futbolistas. Él se rebeló. Pineda jugaba en Chivas, tenía contrato vigente y de un día para otro lo quisieron traspasar al Atlante, a lo que se negó, quedándose un año más en el Rebaño.
OMAR BRAVO
El histórico delantero de las Chivas, Omar Bravo, dejó al equipo de Guadalajara de bruces al irse a España, al Deportivo La Coruña, sin darle un centavo de su transferencia. Pero las cosas no se iban a quedar así. Cuando Bravo quiso volver en el 2009 al Atlante, Chivas echó mano al Pacto y dijo no… Fue Tigres el que intervino para «indemnizar» a los tapatíos para que el atacante pudiera volver a México.