En la sabiduría popular de Sayulita, “Todos los días son el mejor día”, por lo que la comunidad de esta localidad del Pacífico nayarita se unió para impedir que los cientos de turistas que en los últimos años se han encargado de arrancarle su sabor de pueblo pescador, propaguen el nuevo coronavirus.
En cada periodo vacacional, Sayulita atrae a multitudes que buscan perderse entre su arena oro y el ceviche fresco. Sin embargo la semana pasada la calidez de la población, dio un giro de 180 grados al no querer recibir a los foráneos.
La avalancha de visitantes, provenientes en su mayoría de Jalisco —octavo estado con más confirmaciones de Covid-19—, amenazó la tranquilidad de los residentes de Sayulita, que decidieron cerrar las dos entradas a los que ignoraron las recomendaciones de quedarse en casa hechas por el Gobierno.
Dentro de los puestos de control que se establecieron, se encontraba Lola Mignot, una surfista profesional conocida como la Princesa de Sayulita. Ella, junto con algunos de sus familiares, ayudaron a establecer los retenes.
“Nosotros como pueblo decidimos cerrar las dos entradas. No fue difícil porque todos trabajamos juntos y estamos ayudándonos por el bien de todos”, reconoció Lola.
El turismo es una de las actividades que económicamente mantienen a Sayulita. Rechazar a los visitantes es castigar la economía de muchas personas, por lo que Mignot y su grupo de amigos se han encargado de ir a los pueblos de alrededor a distribuir alimentos y otros productos de primera necesidad.
“Estamos ayudando a los que más lo necesitan. Los de Sayulita estamos yendo a los pueblos más pequeños a llevarles lo necesario”.
A sus 21 años de edad, Lola es reconocida a nivel internacional como una de las surfistas que mejor se desempeña sobre la tabla larga. Su creatividad y el baile que ejecuta cuando toma las olas, convierten las competencias en una fiesta.
Mignot tiene un linaje aventurero que es guiado por su tabla de surf. Su familia —de origen francés—, se estableció en Sayulita. A consecuencia del coronavirus, ella, junto a sus hermanos y primos sólo pueden ver el mar y no sumergirse en él.
“Con las playas cerradas no podemos surfear. Nos estamos quedando en casa, practicando yoga y realizando algunas actividades que nos ayuden a distraernos mientras esto transcurre. No podré ir a algunas competencias que ya fueron cerradas, pero está bien, lo importante es que todo sane lo más rápido”.
Como trotamundos, Lola tiene amigos de muchas nacionalidades con los que platica en videollamadas cómo están sobrellevando la cuarentena al no montar olas. Ella, por lo pronto, de Princesa se transformó en Guardiana de Sayulita.