El Mallorca del técnico mexicano Javier Aguirre sacó fuerzas de flaqueza en Son Moix para romper la racha de siete derrotas seguidas y se mantiene en la lucha por la permanencia al sumar tres puntos vitales ante un Atlético de Madrid fallón y al que pudo pesarle el compromiso del próximo miércoles ante el Manchester City en el Wanda Metropolitano.
El debut del «Vasco» ante la afición bermellona no pudo ser más triunfal con el gol de penalti del kosovar Vedat Muriqi en la segunda parte.
Su equipo estaba en zona de descenso tras siete derrotas consecutivas, encadenaba cuatro meses encajando goles y sumaba 53 días sin celebrar un gol con su afición.
La visita a la isla era incómoda para los colchoneros. Tan importantes eran los tres puntos para seguir luchando por la segunda plaza en Laliga, como remontar el 1-0 del Manchester City en el Wanda Metropolitano con el objetivo de seguir vivo en la Liga de Campeones.
El Atlético de Madrid se presentó en Palma con seis victorias consecutivas y ocupando la cuarta plaza de LaLiga con 57 puntos, 24 de los cuales los ha sumado lejos del Wanda Metropolitano. En las tres últimas tiene el pleno de triunfos en el Sadar, Benito Villamarín y Vallecas. Pero falló en Son Moix, el escenario que parecía más asequible.
El Cholo Simeone es un entrenador motivador, como también lo es Javier Aguirre. Ambos afrontaron el choque desde los banquillos con tres centrales, cambios en sus filas y consignas claras de que había que sumar los tres puntos. El empate no les servía de nada.
Raillo y Valjent volvieron al eje de la defensa en el Mallorca, reforzada con Brian Oliván. Asimismo, Antonio Sánchez cubrió la baja del lesionado Salva Sevilla en el centro del campo y arriba, el surcoreano Kang in lee acompañó al kosovar Vedat Muriqi.
La sorpresa en la alineación local fue la suplencia del japonés Take Kubo, un fijo en los esquemas del ex técnico Luis García Plaza.
En el conjunto rojiblanco, su capitán ‘Koke’ reapareció en el mediocampo tras cumplir un partido de sanción y también volvió el belga Yannick Carrasco.
Simeone alineó a tres centrales, Sime Vrsaljko, Felipe Monteiro y Reinildo Mondava, reservó al portugués Joan Félix y situó al francés Antoine Griezmann junto al uruguayo Luis Suárez, que volvía al once titular.
Empezó mejor el Atlético, monopolizó el control del esférico pero se topó con un rival que se estaba jugando la vida y lo demostró igualando la intensidad visitante. Y se fajó como tal, impulsado por el aliento incesante de sus aficionados.
Viendo a los bermellones corriendo por todos los balones, presionando y contragolpeando, como no sucedía desde hace muchos partidos, resultaba difícil entender sus pobres números y su precaria situación en la tabla.
El «Vasco» asumió el cargo con un Mallorca moribundo: el equipo estaba en zona de descenso, encadenaba cuatro meses encajando goles y sumaba 53 días sin celebrar un gol con su afición.
Pero nada de eso importó cuando el balón echó a rodar.
Los locales empezaron el encuentro sabiendo que una victoria les sacaba del descenso tras la derrota del Cádiz ante el Betis.
Se defendieron con orden en la primera parte y anularon el poder ofensivo visitante, sin que ocurriesen cosas importantes, hasta el punto que los porteros Sergio Rico y Jan Oblack apenas tuvieron trabajo.
Los dos equipos salieron con más ambición en la reanudación. Oliván obligó a Oblack a una gran intervención en el primer minuto, y después la tuvieron Muriqi, que no llegó a cabecear un balón claro y Kubo, sustituto de Lee en la segunda parte.
El Atlético avisó con un cabezazo de Luis Suárez, en una de sus escasas intervenciones en el partido antes de ser sustituido por Joao Félix.
El gol mallorquinista, obra de Muriqi de penalti, llegó tras un contacto de Reinildo a Maffeo en el límite del área, en una acción polémica y muy protestada por los colchoneros.
Martínez Munuera no dudó en señalar la falta máxima, decisión ratificada después por el VAR.
Los rojiblancos con los cinco cambios agotados (entraron Cunha, Lemar, Vrsaljko, Joao Félix y Lodi) se lanzaron a una ofensiva feroz en busca del empate, pero fracasó ante un rival que ya le había derrotado en el Wanda en la primera vuelta (1-2) con Luis García Plaza en el banquillo.
Este sábado ha vuelto a repetir la gesta ante su público y en una situación límite. No es descabellado colegir que, esta temporada al menos, los mallorquinistas le tienen la medida tomada a su rival, venciendo a un «grande» en una de las «ocho finales» que le quedan por la permanencia, como dijo Javier Aguirre.