Cruz Azul no se encarrila, pierde gas, la marcha y puntos. El empate a un gol contra Pachuca provoca preocupación en el equipo de Juan Reynoso, que ve como se alejan los punteros, y lo peor, que su futbol nio mejora. Los Tuzos fueron mejores que los cementeros en los momentos claves.
Tres goles les anularon, uno quizá debió valer. Se ganó el mérito de ser ganador, pero las circunstancias le jugaron en contra. El receso le vendrá bien a Reynoso para pensar mejor las cosas, quizá ya no moverle tanto al equipo y recuperar niveles de jugadores. Hoy, Cruz Azul está lejos de lo que lo hizo campeón.
Ya había advertido dos veces el Pachuca, con goles que fueron anulados por fuera de lugar, pero en el tercero, ya no hubo tanta suerte. Desbordó Nico Ibáñez por la derecha, centro y la pelota llegó hasta el centro del área donde Roberto Alvarado y Yoshimar Yotún no se hablaron, provocando el autogol del peruano (23’).
El gol no despertó a la Máquina, aunque Pachuca reculó, no hubo dominio ni llegadas de peligro de los cementeros. Y a Pachuca se le anuló otro gol, otro de Ibáñez, muy apretado. En la prórroga de la primera parte, se marcó un penalti sobre Jonathan Rodríguez, que fue echado para atrás, al ser revisado por el VAR.
Así que fueron un desastre los primeros 45 minutos para los cementeros. Fue hasta la segunda parte que Cruz Azul se comportó como campeón. Luis Romo y Roberto Alvarado al fin regresaron de Tokio y se metieron al juego, se comenzó a generar, la pelota se paseaba por el área de Ustari hasta que la encontró Santiago Giménez quien la red con un cañonazo y empató el juego (58’).
Vinieron los cambios y eso bajó las revoluciones cementeras, que perdieron gas. Es verdad que Ignacio Rivero tuvo el gane en un contrarremate, pero también es cierto que Sebastián Jurado salvó a los cementeros de la derrota con una triple atajada espectacular. El campeón decepcionó. Un empate más, diez puntos en su cosecha, muy poco para la prosapia, y aunque hay ausencias y lesiones, esto ya no puede ser pretexto.