Cuando era niño, según cuenta, Hugo Sánchez soñaba con elevarse en el aire de espalda a la portería y rematar de chilena, para luego festejar sobre el césped de uno de los mejores estadios del mundo.
El sueño se hizo realidad el 10 de abril de 1988, cuando el mexicano, por entonces estrella del Real Madrid, anotó el gol más espectacular de su carrera y uno de los más recordados en el mundo.
Los blancos recibían al Logroñés por la Jornada 32 de La Liga y corría el minuto nueve, cuando Martín Vázquez, integrante de la ‘Quinta del Buitre’, recibió el balón en la banda izquierda y tiró un centro con dirección al afamado depredador.
Mientras el esférico volaba hacia el área y aunque tuvo que dar algunos pasos hacia su propio marco, el ‘Niño de Oro’ visualizó el escenario ideal para capitalizar el anhelo de toda su vida; brincó y, con la pierna izquierda, puso la bola en el ángulo superior derecho del guardameta, quien se lanzó sólo para aderezar un tanto tan exquisito que, 32 años después, aún se recuerda.
Tras caer, lo primero que el entonces tres veces ‘pichichi‘ hizo fue celebrar con su tradicional pirueta, de la que aterrizó para notar que la grada del imponente Santiago Bernabéu había sacado sus pañuelos blancos en señal de reconocimiento.
Logroñés, al revés y separado en dos, dice ‘Señor Gol‘, y así fue bautizado el que esa tarde inmortalizó a Hugo Sánchez en el balompié europeo.
La anotación ha sido considerada por varios medios especializados como una de las mejores que se han visto en una cancha de futbol.