Foxborough.— Suena hasta obsceno pero es real, los Patriots están en el camino para disputar su noveno Super Bowl en 18 temporadas, una estadística tan improbable en una liga de tanta igualdad, que hace pensar que Bill Belichick realizó un hechizo de magia negra.
El domingo a medio día reciben a los Chargers, un equipo que de pies a cabeza es mejor que los que Nueva Inglaterra enfrentó en los años recientes en ronda divisional (Texans y Titans). Es más, desde que los Jets de Rex Ryan llegaron a Foxborough y sorprendieron a los Patriots en los Playoffs de 2010, los visitantes de las rondas divisionales han sido abrumadoramente malos en el Gillette Stadium.
Los Pats han ganado sus últimos siete enfrentamientos de la ronda divisional por un puntaje promedio de 37-20. Todos menos dos de esos oponentes, los Ravens de 2014 y los Chiefs de 2015, fueron sacudidos por dos dígitos.
Pero el enfrentamiento con Chargers es diferente. De entrada el equipo de Philip Rivers no perdió ningún partido fuera de California, mientras Patriots ganó todos sus encuentros de local, elementos que le agregan suspenso.
Tom Brady sabe de la dificultad del choque contra Chargers por lo que mientras ellos volaban de regreso a Los Ángeles, el quarterback en su casa de Boston se dedicó a observar la mayor cantidad de videos de sus oponentes.
“Después de que el juego terminó, estuve viendo películas toda la noche. Esta es la semana más grande del año para mí; Todo está enfocado en lo que necesitamos hacer”, declaró Brady ayer.
Los Chargers serán el primer equipo de 12-4 en visitar a Gillette para la ronda divisional desde los Texans de 2012 (el equipo de chaqueta de buzo), quienes fueron derrotados por completo, 41-28. Al igual que los Texans, los Chargers han tenido poco o ningún éxito históricamente contra Bill Belichick y Tom Brady, pero quieren cambiar la historia.