A los 15 años de edad la vida cambió para la joven que con el tiempo se convertiría en Dalys, una luchadora profesional. A esa edad fue madre por primera vez. “Eso me hizo una mujer fuerte ante la vida”, recuerda. “No me dicen la más fuerte solo por los músculos, he vivido muchas cosas que me hicieron esta mujer”, advierte en entrevista con EL UNIVERSAL Deportes.
Enfrentó esa etapa sin guardarse nada, así es ella en la vida. Disfrutó a sus hijas antes de comprometerse con la lucha libre, y sabe que no se equivocó al hacerlo. “Cuando las vi buscando su camino supe que podía empezar a entrenar lucha libre, tenía 26 años. Lo hicimos juntas pero la que se quedó fui yo”.
A pesar de que la lucha libre es casi una religión en casa, fue una decisión que de alguna forma cimbró su hogar. “Recuerdo las palabras de mi esposo (Negro Casas). Él me dijo que la lucha era algo serio y me iba a tener que casar con ella si quería ser una buena luchadora. En el momento no lo entendí, pero sí, es un compromiso para toda la vida”.
El tiempo la ayudó a entenderlo, tal vez no de la manera más amable, “ahora es mi mundo, al que puedo llegar cansada, pero que disfruto”. Abajo del entarimado, en su faceta de madre, “me gusta que he sido una mamá que nunca le impuse algo a mis hijas, lo que han vivido han sido por sus decisiones y siempre lo supieron. No hay reproches”.
Como luchadora, cada que ve a Dalys en el ring, se siente realizada, “me gusta ver a la mujer en que se convirtió, a la que ya no le importa lo que piensen de ella. La que va por todo”. Tal vez por eso no le asusta que alguna de sus herederas quieran aún seguirla hasta el enlonado.
“Una de ellas, la de enmedio, es a la que le veo más ganas, quiere volver a entrenar. Pero soy muy estricta, varias veces la corrí de los entrenamientos, siento que podría volver a intentarlo. Vamos a ver si tiene la actitud para estar en esto, porque no es fácil”.
Y es que a Dalys nadie le regaló nada para conseguir el lugar que tiene, por eso, su palabra vale al momento de decir lo que se necesita para ser una luchadora importante. “Son muchas cosas, no es solo subir y hacer payasadas, hay que tener un espíritu rebelde, no basta con llamarse luchadora”, sentencia la caribeña.