Probablemente, la imagen de un imponente Muhammad Ali encarando a un noqueado Sonny Liston el 25 de mayo de 1965, sea una de las más icónicas en la historia del boxeo mundial.
Seis años después, se suscitó un hecho que fue igual o más relevante que aquella histórica imagen: Cassius Clay y Joe Frazier protagonizaron el 8 de marzo de 1971, hace 50 años, la denominada ‘Pelea del Siglo’.
Un choque entre dos titanes que significó la primera de las tres peleas que conformaron una de las trilogías más recordadas en la historia. La primera fue para Frazier, en las otras dos, el nacido en Louisville, Kentucky salió con el brazo en alto.
Aquel combate en el Madison Square Garden el 8 de marzo de 1971 fue tan mítico arriba del cuadrilátero como a sus alrededores. Frank Sinatra llevaba una cámara y tomó fotos para la revista Life. Estaban los Kennedy en el edificio, junto con celebridades como Diana Ross y Woody Allen. También se hicieron presentes los astronautas de la Apolo 14, que habían alunizado. Todavía lucían las barbas que se dejaron crecer en el espacio.
“Todo el que era alguien estaba allí”, comentó Gene Kilroy, quien administró el dinero de Ali por mucho tiempo. “Si no estabas allí, es porque no eras nadie”. Los asientos pegados al ring costaban 150 dólares y los de las tribunas más altas 20. Se decía que los revendedores llegaron a cobrar 700 dólares por un boleto.
Frazier era el campeón peso pesado invicto, un fajador con un gancho de izquierda capaz de noquear a sus rivales. Alí era… Alí, por más de que Frazier insistiese en llamarlo (Cassius) Clay y trataba de recuperar su nivel tras ser marginado del boxeo por más de tres años por negarse a ir a la Guerra de Vietnam.
Frazier era un fajador implacable que resentía a un rival que lo denigraba. Ali estaba recién entrando en forma. Era su tercera pelea desde su regreso al ring. Pero ya era The Greatest, el más grande de todos los tiempos, y sus admiradores no concebían que pudiese sufrir su primera derrota. Y menos ante Frazier, pero sucedió.
Los insultos que se dijeron antes de la pelea fueron más allá de las tradicionales bravuconadas publicitarias y en ese terreno Ali ganó fácilmente, como de costumbre.
Frazier era levemente favorito, 6-5, en una pelea que cautivó al mundo y que se esperaba generase de 20 a 30 millones de dólares, cifras astronómicas para la época.
La pelea duró 15 intensos rounds. Frazier avanzaba agazapado, tirando sus ganchos de izquierda, y Ali lo recibía con veloces jabs y derechazos. Las piernas de Ali, sin embargo, no eran las de antes y a menudo tuvo que plantarse y fajarse, renunciando a la que había sido su mejor arma, su movilidad, el “toco y me voy”.
Ali sumó puntos en los primeros rounds, con jabs y derechazos que sacudían la cabeza de Frazier. Eran golpes duros a pesar de que ya no llevaban tanta velocidad, y no tenía problemas haciendo blanco en un rival más pequeño que él. Pero Frazier seguía presionando y su gancho izquierdo empezó a llegar con más frecuencia, sobre todo en el 11mo round, en que Ali recibió una paliza.
Ali, de todos modos, ganó el 14to y parecía estar llevando la mejor parte cuando Frazier soltó su mejor gancho de la noche. Repentinamente, Ali estaba en el piso. Logró pararse y terminar la pelea. Pero su suerte estaba echada.
Frazier ganó en fallo unánime más que nada porque se negó a perder. “Nadie le hubiera ganado a Joe Frazier esa noche”, dijo Kilroy. “Joe estaba enchufado. Decía ‘estoy cansado de él, mis hijos van a la escuela y les dicen que su padre es un gorila’. Ali decía, ‘Joe sabe que lo hago para promocionar la pelea’. Yo le decía a Ali que ‘no, que él se lo toma en serio’. En el fondo, Joe odiaba a Ali”.
”¿Quién es el campeón? ¿Quién es el campeón? ¿Quién es el campeón?, gritó Frazier después del combate, aunque nadie lo hubiera pensado al verle la cara. Si bien el mentón de Alí estaba muy hinchado y se tuvo que hacer rayos x en un hospital, las lesiones de Frazier fueron más severas y requirieron una hospitalización.
Frazier dejó el ring como el campeón indiscutido de los pesos pesados. Pero Ali también salió ganando. Hizo una gran pelea y perdió dignamente. Al día siguiente Ali habló con la prensa, recostado en su cama en el Hotel New Yorker.
“Perder es una buena sensación”, expresó. “La gente que te sigue también va a perder. Hay que mostrarles cómo se pierde. Así veo yo esto de perder. Dentro de una semana será historia antigua. Los aviones se estrellan, un presidente es asesinado, un líder de los derechos civiles es asesinado. La gente se olvida de todo en dos semanas. Historia antigua”.
Frazier murió en 2011, a los 67 años, amargado todavía por el trato que le dio Ali. Muhammad, por su parte, pasó sus últimos años casi sin poder hablar por el mal de Parkinson. Falleció en 2016.
Medio siglo después, su épica batalla del Madison Square Garden sigue siendo recordada.