En un abrir y cerrar de ojos murió. Un fuerte y fatal impacto en la curva Tamburello del Autódromo Enzo e Dino Ferrari de Imola durante el Gran Premio de San Marino en 1994 acabó con la vida de uno de los mejores de la historia, del mítico e inolvidable Ayrton Senna.
Hoy son 30 años sin su presencia. Tres décadas de que aquel casco amarillo con franja verde pasó de ser el dueño de la pista a un recuerdo lleno de historia, ejemplo y orgullo para la Fórmula 1.
Aquel Gran Premio que Senna con 34 años de edad visualizaba conquistar, vio al de Sao Paulo salir sin vida y marcando uno de los episodios más oscuros en la historia de la máxima categoría.
El fallecimiento de Ayrton no sólo dejó una fecha imborrable. Ese 1 de mayo se volvió con el paso de los años un recordatorio de un joven piloto que convirtió la lluvia en su mejor aliada, que con un talento único se coronó tres veces en la F1 (1988, 1990 y 1991) y que su paso por los equipos Toleman, Lotus, McLaren y Williams aportó uno de los mayores aprendizajes para todo el deporte motor.
Su muerte hizo que se tomaran medidas más drásticas en la seguridad de los pilotos, que se modificaran los guantes para correr (en la actualidad son hechos bajo las especificaciones que entonces pidió) y que en Brasil la brillante S de Senna fuera bautizada en su honor, al haber sido propuesta por él esa modificación al circuito del José Carlos Pace.
Senna dejó uno de los legados más grandes en el automovilismo en uno de los momentos más grises del deporte.
Ahora sólo queda imaginar hasta dónde habría llegado Senna con su envidiable talento, si aquella carrera en Italia no le hubiera quitado la vida.
30 años sin Ayrton Senna. 30 años del repentino y fatal adiós de uno de los más grandes del deporte motor.