El primer amor de Martín Loera llegó en forma de guantes. Cuando era un jovencito que asistía a la secundaria en Ciudad Juárez el primer deporte que practicó fue el boxeo, pero poco le duraría el gusto.
Una lesión le impidió seguir practicando el oficio de los puños, pero poco tiempo después encontraría su deporte definitivo: el atletismo, luego de que fuera invitado por algunos entrenadores locales.
Loera parecía tener un futuro prometedor. En la Olimpiada Nacional se convirtió en el adolescente más rápido de México en los 100 metros, al ganar dos medallas de oro. Además de que también participó en los 200 y 400 metros.
El adolescente mantenía una inercia positiva. No sólo en México, también en el extranjero, luego de que participará en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires, una competencia que reúne a los mejores atletas juveniles del mundo
Fuera de la pista de tartán era un joven que usaba constantemente sus redes sociales. Mostraba su vida familiar, bromeaba y presumía sus entrenamientos y su vida estudiantil en la Universiadad Autónoma de Ciudad Juárez donde, sus más cercanos lo describían como un alumno ejemplar.
Loera tenía la intención de calificar a los Juegos Olímpicos en pruebas de velocidad (100 y 200 metros), donde históricamente México no ha tenido representantes en Juegos Olímpicos.
Una ráfaga de balazos impidió que el joven cumpliera con esos objetivos.