El lunes, en Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador recibió al comisionado de Grandes Ligas, Rob Manfred, para trabajar de la mano en la proyección y desarrollo del beisbol mexicano.
Todo fueron sonrisas y buenos deseos, pero lo cierto es que —a la callada— la Oficina de la Presidencia para la promoción del beisbol ya tuvo una renuncia.
El exligamayorista Jaime García decidió no continuar en su labor de tutor de prospectos firmados por organizaciones de MLB que no se han establecido.
El tamaulipeco prefirió alejarse del tema gubernamental y apoyar de otra forma al beisbol mexicano. Ni hablar.