El Universal
El estadounidense James Blake, ex número cuatro del ranking mundial, fue hoy confundido con un ladrón y arrestado a la salida de un hotel en el centro de Manhattan.
El ex tenista afroamericano fue abordado con fuerza por un agente de civil que responde al Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) y esposado con acusaciones de ser parte de una organización que roba identidades, algo que rápidamente pudo desestimar.
El episodio, según detalló Blake al diario Daily News, ocurrió este mediodía a la salida del Hilton Grand Central. El ex deportista estaba respondiendo un mensaje de texto en su caminata hacia el auto que lo llevaría al Abierto de tenis de Estados Unidos, donde tenía que cumplir con una aparición en una cadena televisiva.
«Definitivamente fue atemorizante y definitivamente fue una locura», dijo Blake, que por la rudeza policial terminó con un corte en el codo izquierdo y moretones la pierna izquierda.
Blake confirmó que los seis policías que lo detuvieron, lo esposaron y lo interrogaron eran blancos.
En un contexto donde la policía de Nueva York es acusada por abuso de fuerza en las detenciones de ciudadanos negros, con la muerte del vendedor de tabaco Eric Gardner como mayor exposición, Blake prefirió no pensar en que su arresto tuvo implicancias raciales.
«No sé si es tan simple como eso. Para mí simplemente es innecesaria la fuerza policial, sin importar cuál es mí raza. En mi
mente probablemente hay un factor de raza involucrado, pero no importa, no hay razón para que alguien haga algo así a alguien», expresó Blake, que lamentó que estos episodios violentos sigan ocurriendo en 2015.
«Ellos podrían decirte: ‘Ey, queremos hablar contigo, estamos buscando tal cosa’. Yo estaba parado ahí, no corriendo. Es descaradamente innecesario. Uno pensaría que a cierto punto ellos deberían recibir un comunicado interno que diga que estas cosas no están bien, pero parece que nada los para», lamentó Blake.
Luego de 15 minutos de hostigamiento en los que pudo demostrar su identidad, los policías lo liberaron. Los últimos con los que habló se disculparon, pero los dos que lo interceptaron con violencia no lo hicieron.