CIUDAD DE MÉXICO, agosto 2 (EL UNIVERSAL).- Tal vez sea la presión que les generó ser catalogados como los próximos campeones de la NFL con marca invicta o quizá es la alta competencia que tienen en sus filas, lo cierto es que ya se suscitó la primera pelea en los campos de entrenamientos de los Patriots.
El profundo Stephon Gilmore ya hizo ruido a su llegada a Nueva Inglaterra al protagonizar una gresca con el consentido de la afición «patriota», el receptor abierto Julián Edelman.
Gilmore, quien firmó un acuerdo por cinco años y 65 millones de dólares con el equipo, en marzo, forcejeó con Edelman, lo que dio como resultado la expulsión de ambos elementos.
El receptor, quien en el Super Bowl pasado consiguió atrapar de manera casi milagrosa un pase que sirvió para la remontada de los Pats, reclamó ayer una cobertura que el ex safety de los Bills de Buffalo le hizo.
Gilmore y Edelman se empujaron y después de un pase incompleto que envió Jacoby Brissetty se fueron al suelo en la zona de touchdown, arrancándose el casco, mientras los separaban.
El head coach de los Patriots, Bill Belichick, tiene una regla no negociable en las prácticas: nada de peleas, y si peleas, estás expulsado, por lo que ambos se marcharon sin terminar la práctica.
Gilmore es conocido por su cuerpo y estilo físico de juego. Busca ganarse el respeto, y como todos los jugadores que llegan a un nuevo equipo, no sólo hacerse de un lugar, sino asegurar un puesto como titular.