A los 10 años de edad, entrar a la Arena México impactó para siempre a un niño que se convirtió en luchador.
Ahora, responde al nombre de Nitro, pero en aquel entonces era un chamaco que —tomado de la mano de su madre— buscaba una vida mejor, arropado por el mundo de la lucha libre.
Hace poco, tras una función, recordó a aquel pequeño que se subía al ring, “y que no se imaginó que iba a ser su casa por más de 40 años. Eso es lo que alimenta cada compromiso que tengo, lo que me costó destacar”.
Momentos inolvidables, como cuando llegó a barrer el gimnasio de la arena: “Es algo que parece increíble, pero lo conseguí. Mi madre también llegó a pedir trabajo. Forjaron en mí esa confianza que hasta la fecha me hace vigente”.
Nostalgia que crece a unos días de encarar un nuevo reto. El 1 de enero expondrá su máscara, dentro de una jaula, en “Sin Salida”, la primera velada del Consejo Mundial en 2023.
“Me siento seguro de lo que hago, feliz y motivado para alimentar mi historia, mi leyenda… Eso es lo que significa haber hecho una carrera de 38 años en el Consejo Mundial de Lucha Libre. Muchos piensan que soy viejo, pero no es así, soy longevo y me siento en plena madurez, en el mejor momento de mi vida; con el respeto a la lucha libre, que me ha dado todo”, valora el alumno del Faisán, Pepe Casas y El Satánico.
Así que no se achica, porque “quiero llevar a mi casa, a mi vitrina, a mi familia, un motivo para que se sientan orgullosos de Nitro. Es un compromiso grande, porque ven mi máscara como una joya. Saben que, si la ganan, conseguirán respeto. Tengo 24 años con ella y muchas ganas de hacer historia”.