Lejos de convertirlo en un luchador del montón, perder la cabellera en la carrera del Negro Casas ha significado un impulso para consolidar su carrera. Así que pese a llevar récord negativo en esos combates, no se achica, y en el 86 aniversario del CMLL buscará ganar su tercer mata en la máxima fiesta de la empresa.
La Fiera y el Mocho Cota fueron sus primeras víctimas en las ediciones 60 y 61 del festejo. “Los jóvenes pueden decir muchas cosas, que ya estoy viejo y lastimado, pero tengo muchos años en la lucha y no es fácil en un deporte tan duro, de contacto y fuerza”, advierte.
Y es cierto, Casas vive aliado a las lesiones, con la clavícula rota, costillas destrozadas y varios músculos lastimados, “así es la lucha cuando es una carrera verídica, son como medallas, para mi es una bendición ser luchador. Ha sido una constante en mi carrera, desde que empecé así lo fue. La rivalidad contra el Hijo del Santo me catapultó, fue el principio de una carrera de retos, en cuanto me crecía el cabello siempre había alguien queriendo enfrentarme, eso no ha cambiado”.
Lidiar con seis luchadores dentro de una jaula es una aventura distinta, y no piensa huir de ella. “Quiero luchar contra el Último Guerrero, uno de mis rivales más portentosos. Entro sin resentimientos a la jaula, cuando pierdo lo acepto y lo que haya pasado antes está olvidado. Voy bien concentrado y con una estrategia para saber salir o quedarme, en qué momento intentarlo, hay muchos riesgos, una mala caída puede costar mucho”.
Al Negro le gusta medirse con luchadores que sienten la disciplina, “no quiero bultos sino gente que me exija. Luchadores flojos no sirven. En mis inicios yo estaba muy americanizado, trabajaba en la frontera y Los Ángeles, allá tuve muchas rivalidades. Lo cierto es que nunca he dudado en firmar, porque sé qué hay que llegar al final en un pique”.
La realidad es que no le agradan las jaulas, “pero ahora se dio y es un compromiso conmigo y con la afición, no me gusta dar malas luchas”, remató el veterano.
Tarzan Boy y los enmascarados Hijo del Santo y Místico han sido sus verdugos en la emblemática función del mes de septiembre.