Durante sus primeros días al frente de la Conade, Ana Gabriela Guevara presumía abundancia en el presupuesto, al menos la suficiente para salir avante de los Juegos Panamericanos.
Pocos meses antes de la justa, el discurso cambió y la exvelocista acusó falta de solvencia económica en el órgano rector. Hoy, existe más incertidumbre que planes para preparar a los atletas olímpicos.
Lo anterior, sin embargo, no frenó a la delegación mexicana, que marcha segunda en el medallero de Lima 2019. Pero la historia podría cambiar.
Ahora, con menos de un año en la cuenta regresiva para los Juegos Olímpicos, hay cabos sueltos en el papel que México desempeñará en Tokio 2020; el éxito no es el destino más viable.
“[Un presupuesto corto y la falta de respaldo que acusan varios atletas] genera incertidumbre, y ese es uno de los peores sentimientos que un deportista puede experimentar”, consideró la taekwondoína Briseida Acosta, ganadora del oro panamericano.
Crisanto Grajales, triatleta que subió a lo más alto del podio en Lima, se mantiene firme en su deseo de trascender, pero sus palabras no ocultan la lucidez ante la actualidad del deporte nacional.
“La ausencia de apoyo entristece, pero con o sin él hay que dar la cara y buscar la manera de prepararse. Lo que se vive es una lástima, pero algún día podría resolverse y hay que estar listos”.
El patrón es la incertidumbre que nombra Acosta y la esperanza depositada en jóvenes descomunales, cuya única certeza es el deseo de triunfar y que —sin garantía alguna—, ponen en alto a su país con el esfuerzo de sus familias y el propio