Lo recuerda como si hubiera sido ayer. Se bajó del transporte público. Caminó dos cuadras rumbo a su casa en San Miguel Teotongo, uno de los barrios más pobres de Iztapalapa. Entonces se le emparejó un automóvil, del que bajaron dos sujetos.
“Me asaltaron. Me quitaron mi celular, pero uno de ellos me empezó a golpear”, cuenta Gustavo Estrada, atleta de deporte adaptado a EL UNIVERSAL Deportes. “Me dio de cachazos en la cabeza y luego me dio un disparo en la rodilla”.
Permaneció 40 minutos tirado en el asfalto, hasta que lo llevaron al hospital. Ahí, el diagnóstico era fatal: tenían que amputarle la pierna izquierda, porque tenía coágulos que podrían complicar que siguiera con vida.
“Acepté. Lloré muy poco, porque sabía que no tardaba en llegar mi mamá y me tenía que ver fuerte para ella”, explica Estrada.
El muchacho consiguió una prótesis deportiva ese mismo año. Desde entonces, se entrena en 100, 200 metros y salto largo, para buscar clasificar a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.
“Entreno y trabajo en una tienda de abarrotes para llegar a ese sueño”, dice.