Con 40 años en los cuadriláteros mexicanos, Felino se ha convertido en uno de los gladiadores más importantes dentro de las filas del Consejo Mundial de Lucha Libre, gracias a su gran calidad luchística y carisma con la afición.
Esta trayectoria comenzó ante la insistencia de practicar el deporte que hizo leyenda a su padre, el llamando Pepe Casas y su hermano mayor, el Negro 440, lo que lo orilló a dejar una importante posición en un reconocido banco de México para convertirse en un ídolo del cuadrilátero y emular a esos héroes de carne y hueso que alguna vez vio en televisión.
“Hablar de luchadores es hacerlo de héroes de carne y hueso. Puedo hablarte de muchas figuras, pero ninguna como mi padre. Todo empezó por la admiración a Pepe Tropicasas y a mi hermano el Negro 440... No fue nada sencillo, tuve que olvidarme de mi trabajo en un banco para seguir luchando”, comentó el gladiador.
Baby Casas, como fue conocido en sus inicios, contó la forma en la que le llegó el personaje que lo volvería ídolo, aunque en un principio no estaba del todo conforme con ocultar su rostro. “Con la propuesta para tomar el nombre de Felino llegaron muchas dudas. Recuerdo que no podía ver bien por la máscara y me movía de un lado al otro como gato. El diseño inicial era tipo león… Todo coincidió”.
Felino, quien hoy comparte cuadrilátero con sus hijos, confesó que la idea del retiro parece lejana, aunque a sus 60 años todo dependerá del respaldo de los fanáticos. “El aplauso se gana y no se pide. Con 60 años sigo produciendo buenas luchas. En el momento que decida irme lo haré sin ruido, pero creo que hay Felino para un rato más”.