El día más triste en la vida de Juan Francisco Estrada ocurrió el 24 de febrero de 1998, cuando el esposo de su tía Lupita –quien lo cuidaba—, se paró frente a él y con la garganta igual de seca como aquel polvorín de Sinaloa en el que se encontraban, le dijo tres palabras que le rompieron el corazón: tu madre murió.
Sin saber que su mamá, Angélica Romero, padeció leucemia por varios años, Juan escuchó el mortífero verbo. El niño de siete años se desprendió de juegos infantiles y descargó su ira en un saco de boxeo para renacer como un Gallo.
Cuando mañana por la noche, el Gallo Estada (32,2,0-25KO) suba al ring del Forum de Inglewood, no sólo lo hará para pelear por su segundo título mundial en diferentes categorías (mosca y supermosca), sino también para honrar el vigésimo aniversario luctuoso de su madre. En su carrera profesional, suma dos combates en febrero, nunca en el triste día 24.
“Es la pelea más importante hasta ahora, porque este sábado [mañana] se cumplen 20 años de que mi madre falleció y por eso le dedico esa pelea”, sostuvo Francisco Estrada.
Al diagnosticarle leucemia, Angélica Romero decidió que sus hijos no serían testigos de su sufrimiento y los mudó de Sonora a Sinaloa, donde su hermana Guadalupe se hizo cargo de ellos. Hasta su muerte, Estrada comprendió el movimiento que como ajedrez pensó su madre, para no ponerlos en jaque mate.
“Cuando fallece mi madre yo tenía siete años y estaba en Sinaloa, mi tía estaba con un señor con el que yo me encariñé al punto que le decía papá. Él llegó y me dijo llorando que mi madre había muerto”.
Desde aquella fecha, Juan y su familia no han realizado una ceremonia religiosa en memoria de su madre. Pero después de cada actuación sobre el encordado, Juan se traslada a su pueblo natal Puerto Peñasco y acude al panteón con música para recordar a su mamá.
Estrada enfrentará al campeón supermosca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), el tailandés Srisaket Sor Rungvisai (44-4-1, 40KO) en la pelea estelar de la cartelera SuperFlay 2, que reúne a los seis mejores boxeadores de la división.
El mexicano anhela la victoria de una función que desde que se enteró el día que se llevaría a cabo, él la tomó como “de honor y gloria”.