El Universal
El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, le entregó hoy formalmente al Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de 2016 el campo en que se disputarán las competiciones de golf, una de las obras más polémicas de Río 2016.
El campo de 970.000 metros cuadrados fue asumido por el Comité Organizador de Río 2016 desde este domingo y hasta después de los Juegos, cuando su gestión será transferida por 20 años a una entidad pública que pueda promover proyectos que «incentiven el deporte en Brasil y en Sudamérica«, asegura la alcaldía.
El primer campo de golf olímpico del mundo tras 112 años de ausencia de la modalidad en una Olimpiada se convirtió en una polémica desde su adjudicación, ya que fue construido a un alto costo (60 millones de reales o 16 millones de dólares), por una empresa privada, en un terreno particular del que fue desforestada parte de vegetación que formaba parte de una reserva.
La empresa propietaria del terreno, que aceptó ceder el campo de golf por 20 años para proyectos públicos de incentivo a este deporte de elite en Brasil, obtuvo a cambio el derecho a erguir en sus alrededores 22 edificaciones de lujo, cada una con 22 pisos, en un área construida de 600.000 metros cuadrados.
El campo de golf fue construido en un extenso terreno en el exclusivo barrio de Barra de Tijuca que alberga parte de la laguna de Marapendí, cuyos manglares forman parte de una reserva, y a pocos metros de una de las playas más disputada por los cariocas. El área no había sido urbanizada debido a las restricciones municipales para proteger el entorno.
La legislación municipal limitaba la altura de las edificaciones en la región a 6 pisos y restringía el área de construcción para proteger los manglares existentes, pero la alcaldía aceptó cambiar las normas para incentivar a la empresa privada que aceptó construir el campo de golf olímpico.
La alcaldía alegó inicialmente que los dos campos de golf existentes en Barra de Tijuca no cumplían las exigencias hechas por el Comité Olímpico Internacional (COI) y que era necesario construir uno nuevo, pese a que la modalidad es un deporte de mínimo interés público por ser exclusivo para las clases más acomodadas de Brasil.
Paes también alegó el interés olímpico al ser cuestionado por la autorización que otorgó para que el propietario de los terrenos construyera gigantescas torres en un área aledaña a reservas ambientales, en uno de los proyectos inmobiliarios más rentables en la ciudad en muchos años.
La polémica la completó el propio Ministerio Público, que, incentivado por protestas de grupos ecologistas, cuestionó ante la justicia la licencia ambiental concedida por el gobierno regional para autorizar la obra en un área de preservación ambiental.
La alcaldía afirma que, para compensar los daños provocados por la construcción, expropió un área de 1,59 millones de metros cuadrados en un lugar vecino para crear un nuevo parque ecológico.
Alega igualmente que, sin haber invertido recursos públicos, el campo de golf pasará a ser un área pública durante 20 años en la que se podrá promover el deporte entre personas de escasos recursos, así como «incentivar el turismo dirigido a la práctica de la modalidad y organizar competiciones de nivel internacional en la ciudad».
Las autoridades dicen igualmente que tuvieron cuidado en preservar la flora y la fauna lo máximo posible, al punto que la población de chigüiros de la región saltó desde 20 hasta 60 desde el inicio de las obras, los caimanes no fueron expulsados y se trasplantaron 19.000 metros cuadrados de vegetación preservada.
El campo de golf fue desarrollado por la firma estadounidense Hanse Golf Course Design, de propiedad de Gil Hansen, el considerado principal proyectista mundial de circuitos de golf.
Según Paes, el hecho de ser el único campo de golf olímpico del mundo podrá ayudar a atraer competiciones internacionales.
La última vez que el golf tuvo estatus olímpico fue en los Juegos de Saint Louis en 1904.